Rafael Ruiz logró, a duras penas, tomar el número 273 de la cola para comprar en el Abasto Bicentenario de Puerto Ordaz este miércoles, día marcado como feriado nacional por motivo de los 194 años de la Batalla de Carabobo. Con o sin patriotismo la necesidad es fuerza de ley; más aun cuando están de por medio dos harinas de maíz, dos envases de leche líquida, un paquete de café, dos frascos de aceite, un empaque de azúcar, uno de arroz y dos de pasta.
Pero el drama de los consumidores es una arista nada más. Detrás de la populosa fila que ya es habitual en las afueras del CC Zulia, hay todo un sistema paralelo que va desde la vigilancia y organización de la cola hasta el alquiler de banquitos a 20 bolívares para esperar sentados.
Más de 400 personas abarrotan la entrada del CC Zulia del lado de la avenida Guayana, y eso ya “es normal”. Hacen cola para entrar a comprar en el Abasto Bicentenario, inclusive un 24 de junio, feriado nacional por la Batalla de Carabobo.
Pero la cola “normal” tiene sus propias reglas: un mecanismo endógeno que han determinado los usuarios asiduos del lugar, que aunque no son trabajadores formales del mercado, aseguran que “mantienen el orden de la cola” permitiendo la compra de los consumidores una vez que abre el establecimiento.
Angélica Contreras se describe como “colaboradora del Bicentenario”. Ella y un grupo de personas aseguran que desde el incendio que sufrió uno de los depósitos del mercado el año pasado “nos declaramos protectores del Bicentenario” y como tal se autoproclamaron encargados de administrar la cola de usuarios.
“¿Tú no agarras número en un banco? Eso es normal. Nosotros repartimos los números a la 1:00 de la mañana y el que quiere quedarse, se queda, y el que no, se va”, explica Angélica. A las 7:00 de la mañana pasan la lista y ordenan la cola en la entrada del CC Zulia. La venta comienza a las 8:00 de la mañana.
A pesar que en el Bicentenario se aplica el sistema biométrico, además que la atención al público continúa siendo por terminal de número de cédula, Angélica siempre está allí ordenando la cola. Según ella, no se dedica a la reventa y su labor “garantiza la paz”.
La escasez de productos básicos ha hecho prosperar el mecanismo de las colas. Por muy largas o engorrosas, se forman en todos lados desde cualquier hora, incluso con días de antelación, alimentadas de la esperanza de comprar los rubros a precio regulado, mientras gente como Angélica se atribuye la responsabilidad de organizar una fila que ni siquiera debería existir.
“Aquí tenemos cinco vigilantes de la zona, por eso es que aquí no roban a nadie”, asegura la mujer, a pesar de los reportes de atracos que ha habido en la cola del Bicentenario de Alta Vista. “Tenemos cuatro tipos de marcadores, así confirmamos que la gente que está en la cola es la misma que nosotros le dimos el número” y, por eso, “pedimos colaboración, para comprar esas cosas”.
No hay día libre
Este miércoles vendían a las personas cuyo terminal de cédula era 4 y 5. Simón Proaño pasó su día libre de trabajo en la cola del Bicentenario desde las 4:00 de la mañana. “Aquí habrá organización y todo, pero los primeros puestos de la cola los venden a 250 bolívares, y el que tiene 300 bolívares para hacer el mercadito entonces está condenado a hacer la cola de último, porque si compra el puesto no le queda para comer”.
La carestía de alimentos no permite tomar el feriado nacional como descanso. Eso lamenta un trabajador de Sidor que prefirió no identificarse “para no tener problemas con el Gobierno. Pero cómo es posible que yo tenga que estar aquí desde las 4:00 de la mañana para poder comprar la comida a un precio que es el que me permite el sueldo”.
Las quejas de los usuarios resuenan no solo por estar en la cola de siempre, que ya “es normal”, sino porque el Bicentenario trabajará hasta mediodía por ser día festivo. Mientras, las personas que tienen números que sobrepasan el 400 reclaman su derecho a comprar comida a precio regulado. Mañana el ciclo de espera, compra o desilusión de la cola comenzará otra vez.
Correo del Caronì