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¿Reír y llorar se puede convertir en una enfermedad?

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¿Reír y llorar se puede convertir en una enfermedad?

La risa y el humor tienen un procesado cerebral propio. Tenemos un centro coordinador de la risa que se encuentra en el tronco cerebral y que normalmente lo tenemos inhibido. Ante una situación que nos causa gracia o que nos resulta gratificante emocionalmente se activa el circuito de la recompensa y el centro coordinador de la risa queda desinhibido provocando la risa, explica a ABC.es, Manuel Arias, neurólogo del Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.

 

 

 

 

 

La risa o el llanto patológico se producen cuando una persona padece enfermedades que hacen que se produzca la desinhibición o superexcitación del centro de la risa o del llanto cuando realmente no hay una situación real que la provoca. «Si una lesión afecta el control de inhibición, la persona se ríe o llora sin motivo aparente», dijo el investigador al diario español.

 

 

 

 

 

Por ejemplo, personas con epilepsia o con ictus múltiple pueden reírse sin motivo aparente. En el caso de enfermedades degenerativas, como la esclerosis múltiple o la esclerosis lateral amiotrófica, más conocida como ELA, también puede aparecer la risa y el llanto patológicos.

 

 

 

 

 

La parálisis supranuclar progresiva (PSP) es una enfermedad degenerativa que se confunde con el Parkinson en la que no hay control motor de las extremidades y una de sus manifestaciones es la risa patológica.

 

 

 

 

Tanto la risa como el llanto patológicos se pueden dar indistintamente, pero hay enfermos que tienen uno y no otro.

 

 

 

 

 

 

La risa o el llanto sin motivos no siempre responden a enfermedades. Se empieza a perder el control del centro coordinador sin tener necesariamente una patología, sino en situaciones determinadas o producto de la vejez. «Por ejemplo, en el caso de las personas mayores que pierden más capacidad de control, se emocionan y lloran cuando no debería ser».

 

 

 

 

 

 

También sucede cuando nos reímos en situaciones que no deberíamos y no podemos controlarlo: un velorio, por ejemplo. O incluso, cuando la gente se ríe también se puede llegar a perder el control de la micción, señala Arias.

 

 

 

 

 

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