El organismo responsable de la Aviación Civil (CAA) ha confirmado que se está replanteando un cambio en la regulación aérea vigente, a raíz del accidente de este fin de semana en una exhibición aérea en el sur de Inglaterra, en el que han muerto once personas, según el balance provisional. Se teme que la cifra final de víctimas mortales alcance la veintena.
Es la mayor catástrofe de esta naturaleza en la historia reciente del Reino Unido. Se produjo cuando un avión de combate se estrelló contra una carretera próxima al aeródromo de Shoreham (condado de Sussex). Desde el año 2000, once pilotos han muerto en esas exhibiciones aéreas tan populares por toda la geografía británica.
En medio de un paisaje de devastación, los equipos de rescate no han conseguido hasta esta mañana comenzar a retirar los restos del avión siniestrado, entre los que se da por cierto que se hallarán más cadáveres. El Hawker Hunter –construido en los años 50 del pasado siglo- se precipitó el sábado contra una docena de coches que transitaban por la autovía A27, en los límites del aeródromo cercano a la ciudad costera de Brighton. Todas las víctimas confirmadas hasta ahora eran pasajeros de alguno de los automóviles, pero los investigadores señalan que por la zona transitaban también en aquellos momentos muchos ciclistas y curiosos.
Por qué un piloto veterano y experimentado, Andrew Hill, de 51 años, perdió el control de la aeronave es la pregunta que hoy planteaba la prensa nacional, esbozando varias hipótesis. Pero el foco del suceso se centra en si las medidas de seguridad que rodean a este tipo de eventos son adecuadas, en las demandas de algunos familiares de las víctimas de que las exhibiciones aéreas se realicen sobre el mar, en lugar de sobrevolando tierra firme repleta de público y en la antigüedad de unos aviones que no ofrecen las mismas garantías que los modelos modernos.
La Asociación de la Fuerza Aérea Real (RAFA, en sus siglas inglesas), organizadora del evento de Shoreham, asegura que en todas sus exhibiciones se extrema la seguridad y que todos los pilotos cuentan con muchos años de experiencia a sus espaldas.
Andrew Hill fue rescatado el sábado de entre los restos del aparato convertido en una gran bola en llamas, y desde entonces permanece ingresado en un hospital de la zona en un coma inducido. Uno de sus antiguos compañeros de vuelo en la RAFA, Craig Penrice, ha subrayado que será muy difícil establecer las causas del siniestro, determinar si el piloto perdió la consciencia, malinterpretó alguna señal de alerta del cuadro de mandos o colisionó con un pájaro, antes de que su aparato se precipitara sobre la A27.
El País.com









