De la Uribana de los «coliseos», muertos y heridos, solo quedan las anécdotas y recuerdos de una de las cárceles más violentas que tuvo Venezuela en los últimos años.
Hoy se cumple el primer aniversario de la masacre en la que fueron asesinados 59 presos, un funcionario de la Guardia Nacional y un pastor evangélico, pero nunca se supieron los resultados de las investigaciones hechas por el Ministerio Público y la Asamblea Nacional.
En la actualidad, los familiares de los internos que fueron devueltos a ese penal denuncian que los funcionarios del Ministerio de Servicios Penitenciarios institucionalizaron la violencia como parte del régimen penitenciario impuesto, pues cada semana hay una jornada de maltrato a los reos.
«Ya no sé cuántas veces he denunciado en la Fiscalía todos los golpes que le han dado a mi esposo. Por lo menos una vez a la semana los sacan al patio y les caen a golpes con palos», expresó Yessika Maldonado, esposa de un recluso. Ella aún recuerda que cuando la masacre pasaron por lo menos dos días hasta que pudo saber que su pareja había sido llevado a la cárcel de San Felipe, en Yaracuy y que durante cinco meses tuvo que trasladarse hasta ese estado a hacer la visita.
«Lo bueno es que aquí ahora no hay pranes, ni armas, pero los presos ahora pasan hambre. La semana pasada estuvieron dos días sin comer, y de paso les pegan», expresó la mujer.
Domitila Yepez tiene dos de sus hijos en Uribana. Uno de ellos resultó herido el año pasado en la masacre y quedó con una colostomía. «Están más tranquilos ahora, pero no es justo que les estén pegando por todo. Mi hijo está enfermo y me limitan las veces que puedo venir a visitarlo y a pasarle los medicamentos. Él no tiene mujer que venga a visitarlo», comentó la mujer el jueves cuando no le permitieron ingresar al penal.
Se intentó contactar a algún funcionario del Ministerio de Servicio Penitenciario para que ofreciera su respuesta en relación con las denuncias sobre maltratos, a través de Franklin Suárez, director de Prensa, pero no fue posible obtener una respuesta.
No queda ni el nombre
El Centro Penitenciario de Centro Occidente ahora lleva por nombre «David Viloria». Ese era el nombre del único funcionario de la Guardia Nacional que murió el día de la masacre.
Después de tres meses de recuperación, los espacios de Uribana fueron rehabilitados y ahora están divididos en siete sectores que albergan 2.000 reos aproximadamente, entre penados y procesados.
En ese centro de reclusión recibieron recientemente a reclusos trasladados desde Sabaneta, en Zulia, y Los Teques, en Miranda, después de que estas cárceles fueran cerradas por Varela. El régimen de visitas impuesto por el Ministerio de Servicios Penitenciarios es de una visita conyugal y una familiar cada 15 días.
Las mujeres de los internos acuden de lunes a viernes, según el sector donde estén y solo tienen media hora aproximadamente para estar con sus parejas. En cuanto a la comida, las visitantes pueden llevar pan y alimentos que estén cocidos o preparados, refrescos embotellados, productos de aseo personal y sábanas de colores claros.
El Universal