Dos refugiados venezolanos en Colombia compartieron con Crónica.Uno sus testimonios. Relatan cómo el derecho al refugio, las políticas de Iván Duque y la embajada que representaba a Juan Guaidó les mantuvieron a salvo de la persecución judicial venezolana. Piden a Gustavo Petro continuar los planes de integración en materia académica y laboral.
Dignidad, tranquilidad, ayuda, cambio, protección, agradecimiento. Son las palabras que salen de la boca de los refugiados venezolanos cuando se les pregunta qué significó para él o para ella obtener ese estatus en su país de acogida. En este caso, en Colombia.
Dos millones 480 mil venezolanos han sido registrados oficialmente en territorio colombiano desde febrero de 2018 hasta el 5 de agosto de este año. La cifra, publicada esta semana por la Plataforma de Coordinación Intergerencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), representa la suma de personas en condición de refugiados, así como solicitantes de asilo y venezolanos acogidos al Estatuto de Protección Temporal.
Sin embargo, de esos 2,48 millones de personas que registra R4V, menos de 1500 han recibido el estatus de refugiado o asilado, de acuerdo a información compartida con Crónica.Uno por los defensores de derechos humanos Ligia Bolívar, del Centro de Derechos Humanos de la UCAB y Gonzalo Oliveros, de la Fundación 2 Países.
¿Qué significa para un venezolano acceder a la condición de refugiado en un país como Colombia? Crónica.Uno se lo preguntó a dos venezolanos que tuvieron que huir de Venezuela por ser víctimas de persecución política y que luego de varios años de espera, trámites y muchos sacrificios, fueron reconocidos con ese estatus por el saliente gobierno de Iván Duque.
“Desde que obtuve mi refugio, mi familia y yo nos sentimos más dignificados. Estoy más tranquila. Entre varios profesionales pudimos registrar una fundación aquí en Colombia y ayudamos a muchos niños venezolanos que están pasando momentos muy duros”, asegura Verónica González.
“Tener mi estatus de refugiada en Colombia fue un cambio drástico en lo bueno. Me quitó un peso de encima. Desde entonces me siento protegido”, señala Francisco Hernández.
Verónica y Francisco, ambos nombres ficticios para proteger su identidad y su nueva vida en el país vecino, compartieron su experiencia, sus dificultades e incluso enviaron un mensaje respetuoso al nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro.
Pastora de una congregación acusada de terrorismo
Verónica tuvo que huir de Venezuela en 2017. Apenas pisó Colombia, en octubre de ese año introdujo su solicitud, tal y como dicta el procedimiento. Tres años más tarde, en octubre de 2020 le fue aprobada su petición. Oficialmente, es refugiada por razones políticas desde diciembre de 2020, cuando fue publicada la resolución gubernamental.
“Antes del refugio no tenía la oportunidad de trabajar legalmente. Para hacerlo, tenía que comprar una visa de trabajo, pero no contaba con los recursos. Entonces me dediqué al trabajo informal: vendía comida, estaba dispuesta a aprender cosas nuevas, trabajé en el aseo doméstico con personas conocidas, les lavaba la ropa a viajeros en tránsito, ese tipo de cosas”, cuenta Verónica.
Ella es abogada de profesión. Vivía en un estado del oriente de Venezuela y en un momento determinado, entre 2016 y 2017, asumió la defensa de un colectivo de personas afectadas por la invasión de su propiedad, “promovida por el que para ese momento era gobernador”. Cuenta que en 2017 ese funcionario pasó a ocupar un alto cargo en el sistema penal y de justicia y a partir de entonces empezó la persecución en su contra.
“Yo inicié la defensa de los afectados por la invasión, pero sin imaginarme contra quién estaba ejerciendo en realidad. Los que aparecían al frente de aquello eran testaferros o algo así, pero detrás era otra gente”, señala.
Verónica relata que nunca, hasta unos pocos días antes de abandonar Venezuela, supo que tenía un expediente abierto desde el año 2016, donde se le acusaba desde asociación para delinquir hasta financiamiento al terrorismo. De un día para otro le cambió la vida.
“En mi ciudad me conocía mucha gente, porque yo pastoreaba una iglesia. De pronto, me bloquearon las cuentas, me dictaron prohibición de salida de país. Todo en secreto. Me enteré de que tenía un proceso abierto porque fui al banco a preguntar por qué no me funcionaban las tarjetas. Ahí me dijeron, pero ya en ese punto no podía defenderme, aun siendo abogada”, afirma Verónica.
Siendo abogada y considerándose inocente, pensó que la justicia funcionaría y decidió presentarse ante la Fiscalía.
“Hasta el último momento yo creía en la institucionalidad, pensaba ‘me someto a esto, demuestro que soy inocente y en tres o cuatro días salgo’. Me fui a entregar, pero en la Fiscalía una amiga fiscal me dice que no, que me vaya. ‘Esto es como el caso de la juez Afiuni, no te vas a salvar, te doy 24 horas para que te vayas’, me dijo”, recuerda con un tono de frustración en su voz.
Asegura que en medio de aquel torbellino de acontecimientos no encontraba cómo explicar a su familia y a sus amistades esa nueva situación: “Yo era una autoridad moral para mi familia. Tenía una congregación de unas 700 familias. Mi testimonio de vida fue manchado, mi nombre salió manchado”.
En su relato, una y otra vez menciona a Dios y le da las gracias. A Dios y a Colombia: “Uno se quiebra, pero uno vuelve a renacer con más fuerza y convicción en sus principios. Gracias a Dios. Y en Colombia hemos conseguido el respaldo de una institucionalidad, el respaldo del Derecho, porque aquí las instituciones funcionan”, afirma convencida.
Admite que la victoria del presidente Gustavo Petro la llevó hace un par de meses a considerar buscar un tercer país, pero decidió darle el beneficio de la duda, porque en sus declaraciones sobre el tema del asilo y el refugio ha sido bastante firme, aún ante las peticiones expresas de autoridades venezolanas de extraditar a ciudadanos solicitados.
“¿Otro país? Lo pensé. Estamos observando. Sin embargo, las posiciones del presidente Petro han sido firmes. Yo envié mi caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y recibí medidas cautelares, de modo que aparte de la condición de refugio, tengo esa protección también. Pero con todo lo que pasé, no me volverían a tomar desprevenida”, asegura.
Si tuviera la oportunidad de hablarles directamente a Iván Duque y a Gustavo Petro sobre la situación de los venezolanos en Colombia ¿qué les diría?
–Al presidente Duque mi profundo respeto, gratitud y admiración porque con valentía asumió el rol que la vida le asignó. ‘En la multitud de consejeros se encuentra la sabiduría’, dice la Biblia y él siempre escuchó con sabiduría el consejo de la misma población migrante. El ETP es un proyecto que le entregó la comunidad venezolana al presidente Duque; de ahí nació. Luego el Estado diseñó herramientas para hacerlo viable.
¿Y al presidente Petro?
–Le diría que no negocie sus convicciones y que se sepa rodear de buenos consejeros. Le solicitaría que desarrolle las herramientas y las estrategias que diseñó Duque para favorecer la integración, pero que no le dio tiempo de implementar. Por ejemplo, la convalidación de títulos y profesiones, que se quedó pendiente.
Sobre este último elemento, Verónica agrega que la embajada de Venezuela en Colombia, mientras estuvo en manos de Juan Guaidó, entre 2019 y el mes pasado, emitía una certificación de carreras universitarias, pero luego de la victoria de Petro, todo eso se paralizó: “Estamos a la expectativa de ver qué va a decidir el nuevo canciller Álvaro Leyva. Ya sabemos que algunas carreras no van a ser convalidadas, pero aun no hay un decreto. Mi llamado es que sigan diseñando herramientas para la verdadera integración”.
Perseguido por defender el derecho a la propiedad privada
A diferencia de Verónica, Francisco sí era activista de un partido político de oposición en Venezuela. En 2017 participó activamente en las protestas de calle en contra de Nicolás Maduro, por la derogación de facto de la Constitución en la que incurrió el Tribunal Supremo de Justicia. Con las sentencias 155 y 156, el TSJ disolvió la Asamblea Nacional electa para el período 2016-2021 y otorgó poderes ilimitados al Ejecutivo nacional.
Pero ese año, además, Francisco se involucró en una querella legal, también por la invasión de propiedad privada, amparada, dice, por altos dirigentes del PSUV.
“Me fui huyendo de la persecución política encabezada por quien hoy es fiscal general de la República. Luego de agotar las vías internas, al ver que el proceso no se resolvía, sino que se complicaba y me dictaron una orden de captura, tomé la decisión de salir”, recuerda.
En junio de 2018 llegó a Colombia por la frontera occidental de Venezuela y solicitó el asilo tan pronto pudo, dentro de los 60 días siguientes a su ingreso. 48 horas antes del cambio de gobierno de Duque a Petro, el 5 de agosto de 2022, le llegó la notificación de que su refugio político había sido aceptado.
“Fueron cuatro años de espera donde me mantuve siempre con mis permisos de salvoconducto al día. Ahora que tengo mi refugio, me siento seguro y protegido. Colombia ha sido un país extraordinario con los venezolanos, a pesar de todas las dificultades. Y nos ha dado hasta donde ha podido”, reconoce.
Sin embargo, nada fue color de rosa. Al año de haber llegado a Colombia, las autoridades venezolanas dieron con el paradero de Francisco y le dictaron una alerta roja de Interpol para intentar que fuera deportado.
“Eso es terrible, sale en todos los sistemas de seguridad e identidad. Pasé un momento bien difícil. Me aprehendieron. Tuve que demostrar que soy inocente, que era perseguido político. En ese trámite me ayudó mucho la embajada de Juan Guaidó y las gestiones del exembajador Calderón Berti. Ellos conocían mi caso y pudieron interponer los recursos para que fuera liberado. Se cumplió el debido proceso, nunca fui maltratado, se cumplieron todos los protocolos. La embajada de Venezuela y la fiscalía colombiana introdujeron un escrito ante Interpol demostrando que era un caso de persecución política y se eliminó la alerta roja”, asegura con aire de tranquilidad.
Como Verónica, Francisco también ha dudado si el gobierno de Petro, por su afinidad ideológica con Nicolás Maduro, tendrá la firmeza para seguir protegiendo a los venezolanos perseguidos injustamente, pero la solidez de las instituciones de Colombia le dan confianza.
“Todos los que hemos vivido la persecución política en Venezuela sabemos lo que significa. Estamos a la expectativa. En nuestro país vimos cómo un gobierno de izquierda se montó por la vía democrática en el poder para luego hacer lo que hizo. Pero aquí en Colombia funciona el Estado. Y Petro ha prometido respetar las instituciones y los acuerdos en materia de asilo y refugio. Su declaración nos calmó mucho”, dice.
Además, sostiene que si bien fue el gobierno de Duque el que le dio el refugio, ha sido el de Petro, en estas primeras semanas de vigencia, el que le ha tramitado sin contratiempos todos sus papeles: visa, cédula de extranjería y demás documentos.
Hasta ahora no había podido ejercer su profesión, pues al solicitar el refugio y mientras no sea aprobado, la persona no puede ni trabajar ni estudiar legalmente. En su caso, por haber salido a toda prisa de Venezuela, no le dio tiempo de apostillar su título de Contador. Espera poder convalidar su profesión más adelante.
“Tener el estatus de refugiado es un cambio drástico en lo bueno porque podré ejercer mi profesión, trabajar formalmente, capacitarme, estudiar, hacer una vida normal. Con derechos, deberes y responsabilidades. Estar en Venezuela me ponía en riesgo a mí y a mi familia. Por eso decidí salir, porque allá no se respeta el debido proceso. Entrando y pisando tierra colombiana me sentí seguro”, afirma.
¿Qué le diría al presidente Gustavo Petro si pudiera hablarle en nombre de los más de 40.000 venezolanos que esperan respuesta su petición de refugio?
–En primer lugar, creo que muchas de esas solicitudes de refugio pendientes, diría que el 80%, se deben haber extinguido ya porque la mayoría de las solicitudes de refugio que se presentaron desde 2017 en adelante eran por razones humanitarias y al aprobar el ETP, los solicitantes se acogieron a esa vía. Los que solicitamos refugio por razones políticas siempre fuimos muchos menos. Creo que ese número de 40 mil solicitudes pendientes se va a reducir y el gobierno podrá responder más rápidamente. En segundo lugar, soy muy respetuoso de la política colombiana y sus instituciones. Solo le diría al presidente Petro que tenga en cuenta siempre el respeto a la condición humana. Los venezolanos que huimos a Colombia, no salimos por gusto. Lo menos que queríamos era dejar nuestro país. Él, como defensor de derechos humanos, debe entender la situación de los desplazados.
EC