Con su uniforme militar en una gira por Afganistán en 2013, a miles de kilómetros de su casa, el príncipe británico Enrique se mostró relajado cuando dijo a periodistas: “Soy uno de ellos, no me tratan de manera diferente”.
Ahora, con el nacimiento de su primer hijo el mes próximo, el nieto de la reina Isabel II y su esposa Meghan tendrán que decidir qué tan “normal” será la vida que quieren para el séptimo en la línea de sucesión al trono británico.
“No creo que haya un miembro de la familia real que no haya dicho que quiere que sus hijos tengan una educación normal”, dijo a Reuters Ingrid Seward, editora de Majesty Magazine.
“Incluso la reina dijo que quería que sus hijos tuvieran una educación tan normal como fuera posible. Pero con la atención de los medios, en realidad no es posible tener una educación totalmente normal”, agregó.
Enrique está muy familiarizado con la atención que conlleva ser miembro de la realeza británica.
Meghan, cuya ruptura con los miembros de su propia familia le ha proporcionado mucha tela para cortar a los diarios y le ha dado una idea clara de lo que implica ser de la realeza, no ha hecho declaraciones públicas sobre la posible crianza del bebé.
Pero los discursos pronunciados por Enrique desde que se anunció el embarazo han dado a entender que no quiere que su hijo no sea valorado por su contexto real.
“No juzgas a alguien por su apariencia, de dónde es o por cómo se identifica”, dijo Harry a 12.000 estudiantes en el Wembley Arena de Londres en marzo.
GV