A la espera de que no se crucen sus caminos en la Liga de Campeones, la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey depara el clásico de mayor trascendencia para un Real Madrid que se juega ante su eterno enemigo dos competiciones en cuatro días, y un Barcelona que quiere extender su dominio en la competición.
Dejará huella el clásico para Real Madrid y Barcelona. Los de Santiago Solari en una Copa del Rey a la que esta campaña sí se le concedió importancia, como el camino más corto a un título en un curso repleto de irregularidad. Dos duelos ante el eterno rival que marcarán el camino con la opción de quedar sin opciones en dos competiciones y tener que jugarse el todo o nada, un año más, a su torneo predilecto, la Liga de Campeones.
En una década de asaltos del Barcelona al Bernabéu con recitales de Messi, hasta nueve victorias en 16 encuentros en todas las competiciones por solo cuatro triunfos madridistas, los de Solari quieren voltear la historia y acceder a la final de Valencia, ciudad donde derrotó precisamente al conjunto azulgrana en su última conquista copera, en 2013.
Deberá enterrar sus dudas, renacidas de nuevo tras un tropiezo inesperado liguero ante el Girona que cortaba la racha de grandes resultados y buen juego con la que firmó su esperada reacción. El empate del Camp Nou de la ida (1-1), donde acarició el triunfo que cosechó en el derbi del Metropolitano, o la vuelta con victoria a domicilio ante el Ajax (1-2) en Liga de Campeones alimentaron de nuevo la esperanza blanca. Poco importará en un clásico del todo o nada, con la afición del Santiago Bernabéu volcada para impulsar a su equipo.
EFE