La gestión chavista es especialista en fingir que trabaja y a más de uno convence por estar desinformado, que es lo peor. Ahora anuncian con apuro la vacunación para los niños y adolescentes de entre 3 y 18 años de edad, cuando ni siquiera han podido garantizar en el tiempo previsto la pauta completa para los ancianos.
Pero el objetivo es ese: hacerle creer a la gente que todo está bajo control y que en octubre la población estudiantil podrá volver a las aulas. Así lo informó Nicolás Maduro el domingo, aunque insiste en ese esquema 7 + 7 que inventó para la cuarentena general y que no ha servido para absolutamente nada. Pero los muchachos van a ir a la escuela una semana sí y otra no, porque él está preocupado por la pérdida de sociabilización de los niños como consecuencia de la pandemia.
Sin embargo, lo que no dice ni va a decir es que las escuelas, liceos y universidades no están en condiciones de recibir a estudiantes y el personal que hace vida allí tampoco; que muchos de los docentes y el resto de los trabajadores no ha sido inmunizado. ¿Cómo pretende garantizar la bioseguridad y evitar los contagios en instalaciones que no tienen agua para beber y mucho menos para lavarse las manos?
¿Con qué presupuesto cuentan los colegios y liceos públicos para comprar jabón o líquido desinfectante? ¿Cómo van a cumplir con el distanciamiento social si los salones están en malas condiciones? Pero nada de esto es consecuencia de la cuarentena sino de muchos años de olvido y de nula inversión en la infraestructura educativa. Una medida como las clases presenciales lo que va a hacer es agravar el asunto.
El problema aquí, señor Maduro, no es que nuestros niños hayan perdido la capacidad de sociabilizar. Es más serio. Pregunte, que alguien le dará los detalles, quizás el ministro.
La solución para que los niños puedan cumplir con su año escolar no es sencillamente “decretar” clases 7 + 7. En el último período tuvieron que lidiar con una realidad no apta para adultos, menos aún para la comprensión de unos pequeños. La inexistencia de Internet, las fallas constantes de luz, la falta de equipos adecuados, ha hecho padecer a alumnos, representantes y maestros por igual.
Hay que trabajar y planificar políticas que permitan no solo pagarle lo justo al personal docente, sino acondicionar las escuelas y suplirlas de todo lo necesario para que los alumnos puedan recibir clases en un ambiente saludable. A esto sumemos las vacunas que debieron recibir los trabajadores del sector educativo antes que mucha gente en Miraflores. ¿Lo van a hacer en un mes?
Aquí lo que sí hay que reconocer es la vocación de los maestros y profesores que asisten a sus puestos de trabajo con mucho sacrificio.
El año escolar que terminó en julio no contó con el apoyo de un gobierno preocupado por la educación de los niños y el que comienza tampoco. La gran mayoría de los alumnos que están inscritos en el sistema de educación pública están desamparados. Eso lo saben los padres y representantes, aunque el jefe del PSUV siga diciendo mentiras.
Editorial de El Nacional