El mensaje no reviste novedad, aunque sí las formas y el contexto. Mariano Rajoy ha llevado su enérgico rechazo a la consulta y a los planes soberanistas de Artur Mas a Barcelona, donde no intervenía en un acto del PP desde otoño de 2012. El presidente del Gobierno ha dejado meridianamente claro en la convención de los populares de Cataluña que mientras siga en La Moncloa “no se celebrará ningún referéndum ilegal ni se producirá ninguna fractura de España”. También se ha dirigido al presidente de la Generalitat, Artur Mas, y lo ha hecho para que no quede duda: “Desde luego, no se me busque para negociar lo que considero que perjudica profundamente al conjunto de mis compatriotas”. Y ha considerado que “es muy conveniente que quien quiera dialogar respete a las formas y el decoro”. “Digo esto porque hay quien ya ha decidido todo unilateralmente: que va a hacer una consulta, la fecha, las preguntas”. «No se me pida dialogar sobre lo que no es mío», ha dicho.
Rajoy ha reiterado en tres ocasiones esa misma idea: “Que quede claro: mientras yo sea presidente del Gobierno ni se celebrará el referéndum que algunos pretenden ni se fragmentará España”. El único camino que estaría dispuesto a aceptar en términos legales, aunque no lo comparte ni quiere negociarlo, sería una reforma constitucional. “Ese es el camino que debe recorrer todo aquel que desee algo que la constitución actual no permita,. Ese es el camino recto, el que marca la el que marca la ley”. “No me gusta oír que la Constitución es un estorbo para el ejercicio de la libertad”, ha agregado al hilar la habitual defensa de La Ley Fundamental. «No es que la Constitución le impida a Mas hacer lo que les apetezca. Nos lo impide a todos. A mí también. El futuro de España no se puede determinar en una comunidad autónoma mediante un referéndum particular», ha agregado al admitir que sería posible una consulta sobre España, «pero votando todos».
El enérgico y contundente discurso de Rajoy no ha aportado detalles del plan que decía tener para frenar el independentismo más allá de rechazarlo de plano. Su objetivo ha sido la defensa de la idea de ley y la necesidad de que Cataluña no salga de España. La única medida concreta que ha surgido de la convención ha sido la que propuso ayer el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, de suprimir las balanzas fiscales y de optar por una nueva fórmula del cálculo de la inversión de gasto público de cada comunidad. El baremo excluirá el saldo entre regiones.
La idea de Montoro ha sido aplaudida por Alicia Sánchez-Camacho. La popular se ha rendido al modelo que ha sido criticado duramente criticado por el Ejecutivo catalán y Esquerra Republicana. La senadora ha tildado la propuesta de “sensata y constructiva”. “Está basada en la regionalización territorial de nuestras cuentas para que los servicios sean iguales y equitativos garantizando la equidad”, ha alabado la popular
Convergència y Esquerra, el socio que la da estabilidad parlamentaria, han coincidido en calificar el cónclave del PP como “un festival de amenazas” –lo dijo este viernes Artur Mas- o un “aquelarre del miedo” –el diputado republicano Alfred Bosch-. Rajoy ha vaticinado que una Cataluña independiente entraría en quiebra y que no podría pagar las pensiones, el subsidio del paro, las facturas, las nóminas y que no podría acceder a los mercados además de quedar fuera de Europa. El PP acusa a Mas de ocultar esa realidad pero en eso están empatados porque aquél tampoco cuenta que ocurriría en el resto de España en caso de secesión. “Es muy lamentable que Mas hable de amenazas. No voy a replicarle”, ha dicho la líder popular que le ha instado a “escuchar” las ideas que propone el PP. A su juicio, CiU solo busca con la independencia perpetuarse en el poder y ha recomendado a Mas que tome ejemplo del expresidente Josep Tarradellas cuyo espíritu ha reivindicado. “Con Tarradellas no se hubiera llegado a este disparate. Hago mías las frases que dijo cuando llegó a Cataluña procedente del exilio: ‘Soy demasiado consciente que la reivindicación fuera de lugar de tiempo y autosuficiente llega al aislamiento. Por desgracia son constantes en la historia del catalanismo”.
Fuente: El País