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¿Quiénes son los «bachaqueros» que el gobierno culpa de la escasez?

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¿Quiénes son los «bachaqueros» que el gobierno culpa de la escasez?

 

Jaime se dedicaba exclusivamente al tráfico de drogas hasta que hace dos años un cliente, trabajador de un supermercado, le ofreció intercambiar marihuana por harina de maíz precocida

 

Desde entonces, el menudo traficante se dedica –también– al bachaqueo, aquella actividad ilegal cada vez más común en Venezuela que consiste en revender los productos básicos que no siempre se encuentran en tiendas y por los que millones de venezolanos hacen horas de fila a diario.

 

«Él me planteó el trueque, y yo dije que sí, que ahí vamos viendo, y cuando vine a ver tenía mi casa llena de productos», le dice a BBC Mundo en condición de anonimato.

 

De acuerdo a la Ley de Precios Justos, que establece precios regulados para productos de primera necesidad, la reventa de dichos bienes se penaliza con tres a cinco años de cárcel.

 

Desde la semana pasada, el gobierno venezolano reactivó su campaña para acabar con el bachaqueo, que según el oficialismo es una de las causas principales de la escasez de productos básicos como parte de una supuesta «guerra económica contra el pueblo».

 

El presidente, Nicolás Maduro, anunció una ley que busca fortalecer las medidas policiales –articuladas en la llamada Operación de Liberación del Pueblo– para erradicar al bachaqueo.

 

«(Los bachaqueros) son una plaga que les está haciendo daño al pueblo», dijo por su parte Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional.

 

Y el alcalde oficialista de Puerto Cabello, en el centro del país, inició un programa de trabajo comunitario para la «rehabilitación» de los revendedores detenidos, que mientras limpian las calles de la ciudad deben vestir un overol naranja que dice «Soy bachaquero y quiero cambiar».

 

 

Una hormiga culona

En el último año la palabra «bachaqueo» –y el consecuente verbo «bachaquear»–se han vuelto parte esencial del vocabulario y la vida de los venezolanos.

 

«El miércoles no puedo trabajar», le dijo a este corresponsal un taxista de confianza. «Ese día lo dedico al bachaqueo», añadió en chiste para referirse a su jornada de compras, que cada persona tiene asignadas para determinado día de la semana dependiendo del número de cédula.

 

El bachaco es una hormiga culona típica de esta región de Sudamérica, sobre todo de la frontera colombo-venezolana.

 

Allí, hasta hace un año, los bachaqueros eran personas dedicadas al contrabando de productos y gasolina a Colombia, país donde estos bienes son decenas de veces más caros.

 

Pero desde que la escasez de productos subsidiados ha aumentado en Venezuela, la reventa también se ha vuelto rentable adentro del país.

 

Los bachaqueros ya no son necesariamente contrabandistas que llevan productos de un país a otro, sino también personas que compran en un supermercado y revenden en el mercado negro, sea a domicilio o en mercados informales en la calle.

 

Muchos venezolanos ven a los bachaqueros como un mal necesario y les compran para evitarse la fila.

 

Otros, en la línea del gobierno, los identifican como el origen de la escasez.

 

 

Diferentes tipos de bachaquero

Un 60% de las personas que hacen fila en los supermercados venezolanos en la actualidad revenden los productos que logran conseguir, según Datanálisis, una encuestadora con base en Caracas.

 

Pero eso no significa que todos los que revenden sean bachaqueros a gran escala: algunas personas solo revenden lo que les sobra de la compra, otros se dedican a vender fuera del país y algunos cuentan con una amplia red de contactos que les permite comprar grandes cantidades de productos que guardan y venden cuando hay una oportunidad.

 

Jaime, que anda por la ciudad en un destartalado y multicolor carro de los años 80, se autodefine como uno de los últimos: «Yo no soy como la señora que anda por todos lados haciendo cola, o como el bachaquero que vende su puesto en la cola», dice.

 

«Lo que yo tengo es contactos en supermercados y en la distribución que me llaman cuando consiguen algo».

 

Mientras muestra que dentro de la chaqueta tiene varios fajos de billetes, Jaime dice tener unas 15 personas trabajando para él en diferentes partes de la ciudad, cada una con una función distinta: guardar los productos, empacarlos, conseguirlos.

 

El traficante dice estar «preparado» para la nueva campaña del gobierno contra el bachaqueo: «Yo saqué todos mis productos de mi casa, los tengo en lugares donde nunca va a llegar la policía, donde pago para que me los guarden».

 

«Ahí tengo al menos dos bultos de cada producto: de detergente, de leche, de cuchillas de afeitar; de jabón tengo 13 bultos».

 

La reventa de estos productos se da en promedio por cinco o seis veces el precio original, indica Datanálisis.

 

Un litro de aceite de maíz cuyo precio justo es 28 bolívares se encuentra en el mercado negro por entre 200 y 250.

 

Un kilo de pollo debería valer 65 bolívares, pero es por 600 que se suele encontrar en pequeñas carnicerías.

 

Y un kilo de la famosa Harina PAN, la harina de maíz precocida con la que se hacen las arepas, cuesta 19 bolívares al regulado, pero la gente les paga a los bachaqueros hasta 100 bolívares.

 

 

En medio de la inflación

Críticos del gobierno aseguran que el bachaqueo, en lugar de una causa, es una consecuencia de la escasez, que según ellos tiene su origen en el control de precios gubernamental en medio de una inflación galopante y el estancamiento de la producción nacional.

 

En el último año, además, ha habido una caída importante de los precios del petróleo –la mayor fuente de divisas del país– que limita las importaciones y exacerba la escasez.

 

Según Datanálisis, el venezolano hace un promedio de cinco horas de fila a la semana para comprar productos regulados.

 

Y el bachaquero, dice Jaime, es una solución al inconveniente de la fila.

 

Por las mañanas, trabaja como mensajero de una empresa a la que está vinculado hace más de 20 años.

 

Con eso dice ganar unos 9.000 bolívares al mes, que equivalen a US$1.400 o US$45 dependiendo de la tasa de cambio oficial que se use.

 

El tráfico de productos le genera unos 50.000 bolívares adicionales, con lo que completa un salario similar al de un ejecutivo de alto rango.

 

Pero ni con eso dice cubrir sus gatos: «Yo tengo cinco hijos, y ahora que vuelven al colegio tendré que pagar 5.000 bolívares por cada uno para comprar los materiales».

 

Venezuela tiene hace más de un año la inflación más alta del mundo: 70%, según la última cifra oficial publicada en diciembre.

 

Y este año, aunque no hay cifras oficiales, el fenómeno se ha desbordado, de acuerdo con la evaluación de centros de estudios y agencias financieras.

 

La necesidad de mayores ingresos y la alta rentabilidad de comprar barato y vender a precio libre ha hecho que cada vez más venezolanos revendan lo que logran encontrar.

 

Según Datanálisis, en un 65% de los supermercados no se encuentra el promedio de los productos regulados.

 

Pero, analizado por hogares, la escasez es del 25%.

 

La mayoría de los productos regulados, pues, no se venden en mercados: los ofrecen bachaqueros.

 

 

BBCMundo

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