Por increíble que parezca, la primera prohibición de fumar tiene casi un siglo y medio. Cuando el Parlamento Británico promulgó la Ley del Ferrocarril en 1868, ya obligó a las compañías a crear vagones sin humo, para evitar lesionar a quienes no fumaban.
Los peligros del tabaquismo pasivo ya los destacó en 1931 Federick L. Hoffmann. En un artículo en Annals of Surgery señalaba: «Debería decirse algo acerca de la gran cantidad de contaminación ambiental derivada de la costumbre casi universal de fumar, que en algunos casos puede afectar nocivamente a los no fumadores, que son víctimas de condiciones sobre las que no tienen control».
Las alertas médicas se multiplicaron a partir de los años 70. En 1971 el informe Surgeon General, responsable de la salud pública en los Estados Unidos, destaca los peligros de fumar durante el embarazo y propone una prohibición nacional de hacerlo en los lugares públicos.
A partir de este y otros estudios, empiezan a aparecer secciones de no fumadores en autobuses, trenes, aviones y en otros lugares públicos tanto en Estados Unidos como en Europa. Finlandia fue el primero que en 1977 restringió de forma significativa el consumo en transportes, en las escuelas y en la mayor parte de los establecimientos públicos. Irlanda fue el primero en prohibir su consumo en bares y restaurantes. Lo hizo por presión de los sindicatos que consideraron que este los empleados de este sector también debían estar protegidos frente a los efectos nocivos del humo del tabaco.
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