¿Te has sentido culpable después de enterarte de que alguien de tu confianza te había estado engañando? ¿Has sentido vergüenza cuando alguien te ha reprochado que cómo era posible que no te hubieras dado cuenta? ¿Te has sentido indefensacuando te han acusado de que tú sabías o estabas al tanto de todo lo que estaba ocurriendo?
Sin duda, ésta es la gran crueldad del engaño: que no solamente hay que sufrir el dolor de la confianza rota, sino también el reproche o las acusaciones de un entorno que, lejos de comprender algo tan obvio, se erige como el juez acusador de quien ha sido engañado. Al largo de mi carrera he visto casos y he tratado esta triste pero cierta realidad. ¿Por qué nos cuesta tanto reconocer que alguien nos la ha jugado?
Pero, ¿por qué no me di cuenta?, te preguntarás. La respuesta es relativamente sencilla. En primer lugar, el engaño necesita de un mínimo de confianza. Por lo tanto, una vez que decides confiar en alguien, no puedes desconfiar al mismo tiempo. Esa decisión ya te hace bajar la guardia, pues confiar supone el convencimiento de que el otro no hará nada que nos pueda perjudicar.
Es importante saber que la capacidad para detectar un engaño no depende de la persona engañada, sino de la habilidad y de la práctica que tenga el que miente. Si se trata de una persona experta y con un alto índice de éxito en sus estrategias manipuladoras, resultará muy difícil evidenciar su juego. Incluso si llegaras a hacerlo, también son profesionales del plan B: hacerte creer que la evidencia no es lo que parece o, en cualquier caso, y como último recurso, te convencerá de que lo que está ocurriendo es culpa tuya.
Respecto a la gente del entorno, no te sientas tan culpable. Probablemente están igual de engañados que tú. De hecho, puede ocurrir que cuando des tu versión de lo ocurrido, esas personas estén tan engañadas que difícilmente darán credibilidad a tu versión, además de estar absolutamente convencidos de que están en lo correcto. Y es que la persona manipuladora siempre se encarga de dar una imagen impecable a tu alrededor precisamente para que tu relato resulte absolutamente inverosímil.
Fuente: Nosotras