Ese estado especial de cansancio o fatiga, que afecta al cuerpo de igual modo que al espíritu, ha sido cuidadosamente estudiado durante años, especialmente en Italia; y estos estudios nos han enseñado cosas muy interesantes y útiles.
Sabemos que la fuerza y la energía de nuestro cuerpo provienen de los alimentos que ingerimos; por eso lo primero que pudo conjeturarse acerca del cansancio o fatiga fue que tendría por causa la falta de alimento.
Creía la gente que las personas cansadas habían consumido sus reservas de alimento y necesitaban reponerlas; ni más ni menos que una locomotora parece fatigarse cuando el fogonero se olvida de suministrar al horno el carbón necesario. Si esto fuese verdad, cuanto más agotada y más afectada por el cansancio se hallase una persona, más abundante cantidad de alimentos debería ingerir para reponer sus fuerzas.
Pero se ha demostrado que esta antigua creencia era totalmente errónea. El cuerpo contiene siempre tan abundante provisión de sustancias alimenticias, o, como si dijéramos, de combustible, que las personas se cansan por cualquiera otra causa mucho antes de haber consumido aquéllas.
Los por qué