Esta semana se cumplió un mes desde que la Asamblea Nacional retomó la “normalidad”, después de 35 días de crisis institucional con una oposición sin derecho de palabra por decisión del presidente del Legislativo, Diosdado Cabello, y su partido.
Aunque los 67 integrantes de la bancada opositora fueron elegidos en 2010 por 52% del electorado, ninguna de las 17 propuestas de debate, acuerdo o investigación que han presentado a la plenaria este año ha sido aprobada.
“Hemos llevado temas como el desabastecimiento, la crisis universitaria o el aumento de sueldos, pero al PSUV eso no le importa. En cambio, sí han promovido el debate sobre la crisis en Siria, el acercamiento de Colombia a la OTAN y las elecciones en Ecuador”, criticó Stalin González, subjefe de la fracción de UNT.
Dicho de otro modo, la bancada que recoge la voz de la mitad de los venezolanos en el foro político de la nación ha propuesto discutir asuntos que afectan a todo el país, pero es acallada una y otra vez por los 98 diputados del oficialismo, elegidos por 48% de los venezolanos. Un juego de palabras que en los hechos contradice lo establecido en el artículo 186 de la Constitución: los diputados son representantes de sus electores y de sus estados. Al silenciar sus ideas, se acalla a quienes votaron por ellos.
En el mes transcurrido desde el 21 de mayo tampoco se ha restituido a la oposición en la presidencia de cuatro comisiones permanentes, de acuerdo con lo establecido en el reglamento interno.
Hacer más. Diputados y analistas coinciden en que la AN debe hacer un esfuerzo por parecerse más a lo que de ella se dibuja en la carta magna y menos a un apéndice del partido de gobierno.
Jesús Silva, profesor en la UCV y columnista de Aporrea.com, afirmó que el Parlamento puede hacer mucho más en la búsqueda del necesario entendimiento democrático, “para que la sociedad no perciba que un sector se impone a la fuerza sobre otro”.
A su juicio, es una responsabilidad compartida entre el oficialismo y la oposición. “Desde los hechos lamentables que dejaron diputados heridos, hasta el presente, se ha progresado en materia de convivencia. Pero falta mucho para sobreponerse a la trampa de la polarización, para que ambas fracciones puedan expresar sus propuestas y que los electores de ambos sectores se sientan escuchados y representados”, indicó Silva.
Igual que antes. El diputado José Manuel González (Independiente) participó en las reuniones en mayo para propiciar la reactivación plena de la Asamblea. En su opinión, el récord de debates negados por el PSUV evidencia que el partido de gobierno está de espaldas al país. “Pretenden convertir a la Asamblea en un apéndice del Poder Ejecutivo y dejan de lado los problemas de la gente”, dijo.
González es poco optimista en su balance a un mes del regreso al Parlamento: “Estamos igual que antes: si hay una ley en la que estamos de acuerdo, desde la oposición la apoyamos; pero si nosotros planteamos un tema de debate sobre algo que angustia al pueblo venezolano, el PSUV lo niega. Volvimos a la normalidad de un Parlamento que se dedica a aprobar créditos adicionales, se niega a discutir aquello que afecta a los venezolanos, impone las leyes que le da la gana al PSUV y de paso acoge a unas barras que agreden a la oposición”, señaló.
El politólogo José Vicente Carrasquero, profesor de la USB, coincide con González. A su juicio, la normalidad parlamentaria no existe. “Lo que hay es una especie de concesión por conveniencia de parte del Gobierno para no aparecer como hostil a la democracia y a la oposición frente a la comunidad internacional, pero que no se traduce en una verdadera voluntad de cambio en la relación con la oposición a lo interno. Puro pragmatismo”, aseguró Carrasquero.
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