Prohibición de pernoctar en los comercios no reduce las colas

Prohibición de pernoctar en los comercios no reduce las colas

Interminables lucen las colas para las madres de familia que, ante las restricciones de horarios impuestas por el gobernador Francisco Arias Cárdenas para concentrarse en los establecimientos comerciales, ahora salen de sus casas antes del amanecer para tratar de comprar alimentos y productos de aseo personal a precio regulado.

 

“A las 3.00 de la mañana llegué y ya estaban en la placita del frente como 20 personas. Nos organizamos ahí y cuando salió el sol nos pasamos al supermercado para hacer la cola”, dijo a La Verdad Carolina Fuenmayor, una ama de casa.

 

La situación se presentó en las adyacencias del Abasto Bicentenario ubicado en la avenida 5 de Julio de Maracaibo, a pesar de que los ciudadanos tienen prohibido esperar a las afueras de farmacias y supermercados antes de las 7.00 de la mañana.

 

“La gente se organiza en la madrugada para no quedarse sin los números que reparten los trabajadores» de los establecimientos comerciales, agregó Fuenmayor.

 

Lina Herrera, ama de casa, llegó un poco más tarde, a las 5.00 de la mañana, y no corrió con tanta suerte, ya que cinco horas después continuaba esperando su turno para poder adquirir productos. “Es la primera vez que hago esto y lo hago por obligación, porque necesito comprar comida. Me parece insólito que los venezolanos tengamos que pasar por esto, es humillante”, sentenció.

 

Emiro Castillo, vendedor de cepillados desde hace ocho años, contó cómo la escasez merma sus ingresos: “Todas las semanas pierdo hasta dos días en las colas para conseguir la leche condensada, porque si se la compro a los chinos (vendedores informales en el centro de la ciudad) cada lata me cuesta 150 bolívares y no me alcanza”, contó el padre de familia.

 

Se aprovechan

 

Pero no todos los vendedores informales sufren por las colas. Mariel Colina, por el contrario, se siente “satisfecha” con las ventas de los últimos días. Dice que desde que mudó su tarantín de desayunos y refrescos al lado de un supermercado del Estado, sus ganancias se duplicaron.

 

“Tengo cuatro meses en este punto. El año pasado me iba bien, pero ahora en enero me va mucho mejor. Si antes vendía 30 o 40 piezas, ahora vendo 100 todos los días. La gente de la cola siempre compra, sobre todo los que amanecen”, explicó.

 

Nuevos hábitos

 

 

Celina Martínez, ama de casa, contó en medio de la jornada de compra que su familia adaptó sus hábitos a los productos que se exhiben en los anaqueles: “Desde hace días no se consigue papel higiénico; ahora nos toca comprar toallines y cortarlos por la mitad. Hasta eso hemos llegado en este país».

 

Por Sugey Díaz

laverdad.com

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