“Venezuela ha pasado un tiempo difícil. La alta comisionada de derechos humanos, Michelle Bachelet, tomó cartas en el asunto, intervino, ayudó y trabajó con el gobierno de Venezuela. Muchos de esos problemas se han ido disipando con el tiempo. Estamos viendo cómo a partir de los acuerdos logrados con el Grupo de Contacto Venezuela ha ido avanzando en su proceso electoral y creemos que es momento de ayuda a Venezuela para que, en el diálogo, recupere plenamente su normal funcionamiento como país y sociedad”.
Lo anterior es una declaración del presidente de Argentina, Alberto Fernández, con la que trata de justificar su decisión de enviar embajador a Caracas. Qué bueno que las dijo justo cuando el gobierno de Nicolás Maduro detenía a Olga Mata y Florencio Gil Mata por un video que subieron a una red social. Y es bueno porque este hecho es más elocuente que lo que pudiera decir Juan Guaidó, su representante Elisa Trotta o incluso los voceros de Human Rights Watch sobre la opinión del mandatario de Argentina.
Fernández es el último que se ha hecho eco, pero el primero internacional, de la campaña de Maduro de que en Venezuela todo ha regresado a la normalidad. El presidente Fernández asegura que la oficina de Michele Bachelet hizo su trabajo y que ahora comienzan a respetarse los derechos humanos. ¿Tiene Olga Mata derecho de contar un chiste en una red social? Fue incluso conminada a retractarse. Independientemente de que sea un mal o un buen chiste, a esta venezolana le violaron su libertad de expresión, ¿es eso normal en un país que supuestamente respeta a sus ciudadanos?
Lastimosamente ahora el gobierno de Maduro tiene otro récord en su historial, el de haber sido el primero en procesar a personas por un video en las redes sociales. Con este caso los venezolanos recordaron muchos programas de televisión en los que se hacían parodias de los políticos y por ello nunca nadie fue preso. Es obvio que por eso ya este tipo de shows no existen en el país; no es que los chavistas carecen de sentido del humor, es que sencillamente creen que tienen la potestad de prohibirle a la gente pensar o hablar. Eso no ha cambiado, y ojalá el presidente Fernández se dé cuenta de que Maduro no ha rectificado, sino todo lo contrario.
Los gobiernos de América Latina que respetan los derechos humanos no pueden dejarse llevar por declaraciones vacías. Es mejor que se fijen en los hechos. Aún hay cientos de presos políticos en las mazmorras del chavismo; la libertad de expresión se viola cada día. Las condiciones de vida no han mejorado, más bien empeoran. El venezolano pasa hambre y necesidades sin que el gobierno haga nada para ayudarlo. Todos son hechos corroborables de primera mano, y todo esto ocurre mientras unos cuantos gastan dólares en los bodegones. Lo que ha pasado en los últimos meses es la profundización de las diferencias entre los enchufados y los que simplemente tratan de sobrevivir.
La crisis humanitaria compleja se hace más grave cada día en todos los sentidos. El venezolano no es libre ni siquiera de elegir su propio destino.
Editorial de El Nacional