Monseñor José Luis Azuaje, arzobispo de Maracaibo, denunció este jueves, en la instalación de la asamblea plenaria ordinaria del Episcopado, que la Covid-19 profundizó los males sociales y agravó el colapso económico
Monseñor José Luis Azuaje, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), exhortó este jueves a los venezolanos a que “aunque haya una mala política en el país, el pueblo no puede claudicar”.
“A pesar de todos los elementos negativos y los malos ejemplos debemos mirar el futuro aspirando a otros comportamientos y otras formas de hacer política”, animó el arzobispo de Maracaibo en la instalación de la asamblea ordinaria plenaria, que se desarrolla de manera virtual hasta el próximo lunes 11 de enero.
Continuó el prelado: “Nada se logrará en el país si el pueblo no toma consciencia de ser pueblo”, y que “actualmente el pueblo anda como ovejas sin pastor. Siente el abandono del Estado y de los grupos políticos de oposición, de las instituciones (…) a este pueblo debemos servir; no a grupos de élite sino al hombre y la mujer que lucha día a día por sobrevivir con dignidad.”
Sufrimiento venezolano
El presidente de la CEV envió una palabra de esperanza “a los hermanos venezolanos que han migrado forzosamente ante la precariedad de situaciones en las que se encuentra nuestro país. Sabemos que suman más de 6 millones en distintos pueblos y continentes, y nos unimos a ustedes en sus luchas y sacrificios”, manifestó.
En nombre de la Iglesia en Venezuela, agradeció al papa Francisco las palabras durante la bendición Urbi et Orbi del 25 de diciembre, en las que pidió que la llegada del Niño Jesús que ayude a poner fin al sufrimiento del pueblo venezolano.
“Deseo que se debe transformar en acciones por parte de todos los cristianos católicos en nuestro país (…) hoy no hay felicidad en el pueblo sino sufrimiento humano que se ve se siente y se manifiesta debido a una gran injusticia, provocada e inducida por una combinación trágica entre la política de estado y la economía, sin un marco ético que valore los derechos de las personas para vivir con dignidad”, refirió.
“Además del sufrimiento del pueblo por las condiciones precarias en lo económico y social” continuó el arzobispo de Maracaibo, “particularmente por la falta de servicios básicos para una vida digna, se ha generado un mayor sufrimiento debido a la pandemia de Covid 19 (…) la pandemia ha tenido un efecto de profundizar los males sociales, que han aquejado a la población durante los últimos años, pero a la vez ha abierto la posibilidad de sensibilizarnos ante el que sufre”.
En ese sentido, señaló que el pueblo venezolano sufre una situación de quiebre en la economía nacional y doméstica.
“El impacto que ha tenido la pandemia del Covid 19 ha agravado el colapso económico que ya había sido originado por la inseguridad jurídica de un Estado controlador, impositivo en materia económica (…)”En un mundo competitivo, lastimosamente nuestro país se ha ganado el premio de la mayor inflación, la mayor caída del PIB y la mayor tasa de desempleo”, expresó monseñor Azuaje.
“Como Iglesia”, recordó el presidente del Episcopado, “hemos hecho la opción preferencial por los pobres, por lo que debemos seguir avocándonos por su atención y cuidado (…)”.
“No nos mueven las encuestas de medición de aceptación o privilegio. Debemos recordar que la Iglesia ha vivido también en las catacumbas”, aseveró.
A sus hermanos en el Episcopado, expresó que “tendremos que seguir aprendiendo a transitar con esperanza y optimismos por los caminos pedregosos e inciertos”.
Sin quebrarse
Concluyó sus palabras haciendo referencia a la esperanza que resplandece en medio de las crisis: “El pueblo no se quiebra ante las circunstancias difíciles; responde, se reinventa (…) se hace resiliente”.
Agregó que “nuestra capacidad de resistencia ha sido probada. No existen problemas sin soluciones, dificultades sin esperanza (…)”esto nos señala que no todo está perdido. Siempre hay una luz que ilumina el sendero de posibles soluciones pacíficas a una problemática que aunque compleja, no es eterna”.
Diario La Verdad