Para este martes, 17 de diciembre, fue convocada en Caracas una cumbre de mandatarios de la Alianza Bolivariana y Petrocaribe con miras a aprobar el espacio económico llamado Ecoalba, ampliarlo como zona económica complementaria con Petrocaribe y avanzar hacia el encuentro con el Mercosur.
Palabras más palabras menos, así fue anunciado, con retórica grandilocuente que poco se corresponde con el balance y los alcances de la petrodiplomacia venezolana. Sea que la cumbre ocurra, tanto más si no, el asunto merece comentarse.
Ya en enero de este año tuvo lugar una reunión ministerial de los miembros de los dos acuerdos, a la vez que una convocatoria más amplia a jefes de Estado a la que respondieron muy pocos mandatarios.
Eso no impidió que la cita sirviera en ese momento -el día de la juramentación simbólica de Hugo Chávez- como tarima desde la cual el entonces vicepresidente Nicolás Maduro, en su forzada encargaduría, leyó él una declaración política de solidaridad con la inconstitucional fórmula de transición que bendijo el Tribunal Supremo.
También se mencionó entonces “la plena vigencia del espacio político, económico, social y cultural que conforman Petrocaribe y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América”.
Ahora, montado el gobierno sobre resultados electorales locales que insiste en interpretar como carta blanca y aval de eficiencia, vuelve a apelar a su caja de resonancia regional.
Lo hace, según los papeles de la Alba, para “alcanzar la definitiva independencia y plena soberanía de nuestros países, además de propiciar la unión de toda la región latinoamericana y caribeña”. Muy distinto a lo que, desde hace rato, delatan las fragilidades políticas de los más emblemáticos socios bolivarianos, comenzando por Venezuela.
La tribuna luce precaria, no solo por la ausencia del gran predicador, sino por el lamentable estado de su casa, lo inescrutable e incierto de sus compromisos en el vecindario y los reacomodos alrededor suyo.
No es Venezuela el modelo de la definitiva independencia y plena soberanía que se pregona. Tampoco de transparencia y cumplimiento de lo acordado. De modo que en el ámbito andino y del Caribe se han desperdiciado valiosos recursos y oportunidades para lograr un sano, sostenible y mutuamente beneficioso acercamiento.
Mientras tanto, se consolidan los empeños de los países de la Alianza del Pacífico -con sus potenciales extensiones en Centroamérica- para fortalecer sus perspectivas de prosperidad en un acuerdo entre ellos y hacia las economías del Pacífico.
Los Centroamericanos mantienen el impulso a su acuerdo subregional y con la Unión Europea, la Comunidad del Caribe cuida su espacio y, desde el Mercosur, Brasil retoma los diálogos de ese acuerdo con Europa.
Vale recordar el bien conocido pero poco practicado consejo: para cosechar afuera hay que sembrar y cultivar adentro. Lo demás es vano y frágil entarimado.
Editorial de el Nacional