Los portavoces parlamentarios sellan un pacto que solo vincula a Ciudadanos con la votación de investidura, pero que por su extensión vincula a ambas formaciones a un entendimiento posterior en muchas materias, siempre y cuando arranque la legislatura
Los equipos negociadores de Ciudadanos y del Partido Popular, junto a los líderes de ambos partidos, Albert Rivera y Mariano Rajoy, cerraron en un último encuentro al mediodía de este domingo el acuerdo de investidura que llevan ocho días negociando.
En el encuentro estuvieron presentes los líderes de ambos partidos, pero, como se había especulado, no fueron ellos los firmantes. Tras la reunión, no muy prolongada, han sido los portavoces parlamentarios, Juan Carlos Girauta y Rafael Hernando, quienes han rubricado el acuerdo. Se trata de poner así distancia respecto a la solemnidad con la que se firmó el pacto entre PSOE y Ciudadanos a finales de febrero. En aquella ocasión sí fue firmado por los líderes, por tratarse de un pacto de Gobierno y no solo de investidura.Como sucedió con las condiciones previas que Ciudadanos impuso para iniciar la negociación, se quiere circunscribir el acuerdo a un compromiso de los grupos parlamentarios.
El encuentro de esta mañana supone el punto final para una negociación exprés, que en poco más de una semana ha cerrado un centenar de medidas y muchos puntos de encuentro en el ámbito económico y social. Para políticos, periodistas y trabajadores del Congreso han sido jornadas maratonianas, que evocaban irremediablemente a las vividas durante la anterior legislatura fallida. El sentimiento de que el final puede ser muy similar, con altas posibilidades de volver a las urnas, ha inundado una negociación. ¿Otro pacto que no se llevará a cabo? Todo apunta a ello. En estos meses Ciudadanos ha logrado alcanzar acuerdos programáticos con PP y PSOE exponiéndose a acudir como socio a dos investiduras fallidas. PP y PSOE perderán una vez, Ciudadanos lo hará dos veces. Pero Albert Rivera está convencido de que es lo que toca, hasta el punto de levantar su veto a Rajoy:poner de manifiesto su capacidad para alcanzar acuerdos con todos.
Durante estas semana, una negociación que comenzó como «el principio de un gran amor», en palabras del portavoz popular, Rafael Hernando, ha terminado en un acuerdo cuyos flecos han coleado hasta la mañana de hoy. Pero también ha habido espacio para la tensión; el acuerdo llega menos de tres días después de que Ciudadanos lanzase un ultimátum y cuatro días después de que manifestase su «consternación» por lo que entendían falta de voluntad por parte del PP para ceder.
Durante estos días, PP y Ciudadanos se han trasladado la presión para arrimar el acuerdo a sus pretensiones. Los populares han defendido la necesidad de un acuerdo de gobierno, incorporando al Ejecutivo a miembros de Ciudadanos si era preciso, para garantizar una estabilidad mínima de 169 diputados durante la legislatura. Ciudadanos, por contra, no estaba dispuesto a entrar en el Ejecutivo si éste estaba presidido por Mariano Rajoy.
Entendían los de Albert Rivera que tras tanto rechazo a Rajoy, lo máximo que podían dar era un voto favorable en la investidura, que garantizase cierta estabilidad de facto, una vez hay acuerdos suscritos en muchos temas, pero que deje a Ciudadanos libertad parlamentaria para plantear muchas de sus propuestas en el Congreso. Es el modelo que Ignacio Aguado implantó en la Asamblea de Madrid, dando sustento al Gobierno de Cristina Cifuentes pero potenciando su vertiente social con iniciativas que salen adelante con el acuerdo de PSOE y Podemos.
Sin embargo, a falta de conocer todos los detalles del documento final, el acuerdo va a ser demasiado amplio como para que no se haga la lectura que a Ciudadanos no le interesa: la ligazón al PP se afianza en raíces profundas.Ciudadanos ha pretendido un acuerdo de legislatura a precio de investidura. Los de Rivera han estirado durante días una negociación que si por el PP hubiese sido se habría cerrado el miércoles.
Pero Ciudadanos ha querido presionar hasta el final para lograr más medidas cercanas a sus propuestas. Al PP le pareció bien la concreción si se trataba de un pacto de gobierno, pero cuando Ciudadanos insistió en que solo sería la investidura, reforzaron sus posiciones en los aspectos más controvertidos y donde Ciudadanos había elevado el nivel de exigencia (Senado y Diputaciones) ¿Por qué darle todo a alguien que no te garantiza la estabilidad y cuyos votos son insuficientes para garantizarte el Gobierno?
Esa misma sensación invadió mucho tiempo a Ciudadanos, que además de su veto a Rajoy, esgrimía la aritmética como argumento para no entrar en una negociación de medidas concretas, una vez ambas fuerzas no sumaban como para sacar adelante dichas reformas. Ciudadanos sabía que su posición negociadora era débil por esas dos circunstancias, y así lo había dicho («no somos necesarios») Nunca una debilidad fue tan cacareada. Finalmente se avinieron a la negociación ante las voces que reclamaban su participación como forma de mover al PSOE. Pero la aritmética y su negativa a un pacto más duradero les han dejado sin los argumentos precisos como para lograr todos sus objetivos.
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