Los portugueses acudirán el domingo a las urnas en una elección presidencial marcada más por la pandemia, que ha obligado al país a reconfinarse, que por la previsible victoria del conservador Marcelo Rebelo de Sousa, que busca ser reelecto.
Frente a la explosión de casos de covid-19, que ha hecho que Portugal ocupe el primer puesto mundial de nuevos casos respecto a la población, no se previó ningún mitin para el viernes, último día de campaña electoral, antes de la “jornada de reflexión” del sábado.
El estado de emergencia sanitaria instaurado en noviembre y el segundo confinamiento general, decretado hace una semana, no perturbaron no obstante el calendario electoral del país, fijado por la ley y prácticamente inalterable.
Ante la imposibilidad de aplazar los comicios, candidatos y observadores temen una abstención récord, que podría tener un impacto en la fiabilidad de los sondeos, unánimes al anticipar la victoria del actual presidente desde la primera vuelta.
Para estimular la participación de los cerca de 9,8 millones de electores inscritos -1,5 millones de ellos, en el extranjero-, las autoridades electorales organizaron el domingo pasado, por primera vez, una jornada de votación anticipada, en la que participaron unos 200.000 electores.
¿Segunda vuelta?
Con las cifras de muertos por el covid-19 batiendo récords cada día, el gobierno decidió endurecer las restricciones y ordenó el cierre de las escuelas durante dos semanas a partir del viernes.
En este contexto sanitario, equipos de voluntarios se han desplazado puerta a puerta para recoger las papeletas de voto de unas 13.000 personas, en cuarentena o confinadas en residencias de ancianos.
“Hace un año, estas elecciones se anunciaban como un camino de rosas” para el presidente saliente, Marcelo Rebelo de Sousa, un exprofesor de Derecho de 72 años que se dio a conocer como comentarista político en la televisión, indicó la politóloga Paula Espirito Santo, de la Universidad de Lisboa. Pero “esto podría no ser tan simple”, matizó.
“Basta con que haya una abstención del 70% para que una segunda vuelta sea casi inevitable”, alertó esta semana Rebelo de Sousa, que se disputará el cargo con seis rivales.
Los cuatro presidentes que ha conocido Portugal desde la llegada de la democracia en 1974 fueron reelegidos en primera vuelta.
El actual jefe del Estado, muy popular desde su elección hace cinco años, ha cohabitado sin dificultades con los socialistas del primer ministro Antonio Costa, quienes para evitar una derrota segura descartaron presentar candidatura.
¿Sorpresa populista?
Sin embargo, este escenario tan previsible podría desmotivar a los simpatizantes del presidente para acudir a las urnas, y más aún teniendo en cuenta que una parte de la derecha le acusa de haber sido demasiado complaciente con el Ejecutivo, que alcanzó el poder justo antes que él gracias al apoyo de la izquierda radical.
La principal sorpresa de los comicios podría venir del candidato de la derecha populista, André Ventura. Tras haber fundado el partido antisistema “Chega” (“Basta”), este jurista de 38 años, procedente de la misma formación de centroderecha que el presidente saliente, entró en el Parlamento en las legislativas de 2019 con el 1,3% de los votos.
Si el domingo lograra recabar cerca del 10% de los votos, como vaticinan algunas encuestas, “para él sería un excelente resultado”, dijo a la Agence France-Presse el politólogo Antonio Costa Pinto, de la Universidad de Lisboa.
Sin embargo, la mayor parte de los sondeos le acreditan un tercer puesto, muy igualado con la exeurodiputada socialista Ana Gomes (66 años). Esta diplomática de carrera, muy crítica con el primer ministro Antonio Costa, se convirtió en una eminente activista anticorrupción antes de lanzarse a la carrera presidencial.
En Portugal, el jefe del Estado no tiene ningún poder ejecutivo pero juega un papel de árbitro cuando hay crisis políticas y puede disolver el Parlamento para convocar elecciones legislativas anticipadas.
AFP