¿Sales a tomar un par de copas y al día siguiente te levantas con una resaca de miedo? Si eres de las que antes aguantaba toda la noche de fiesta y ahora por poco que bebas te sientes hecha polvo, descubre la verdadera razón por la que el paso del tiempo te pasa factura cuando tomas alcohol.
La resaca se define como una serie de efectos secundarios físicos y mentales (más bien desagradables) que surgen después de que hayas inhibido más alcohol del que tu hígado puede metabolizar.
El motivo por el que ya no tienes tanto aguante es que el alcohol te afecta de forma más agresiva a partir de los 30 años. Esto provoca que los síntomas de la resaca sean más intensos y duren más. Por lo que si necesitas más tiempo para descomponer el alcohol, también te sentirás más tiempo adolorida, de mal humor y con el estómago enfermo.
Cuando cumples años se suceden una serie de cambios en tu composición corporal. Lo habitual es que ganes algunos kilos cada década y disminuyan los niveles de hidratación. Además, el cerebro sufre algunos cambios con el paso del tiempo. Cuando bebes se producen menos endorfinas y en cambio se producen más hormonas del estrés, que intensifican los efectos secundarios de la resaca e impiden que te recuperes más rápido.
Seamos sinceras, quizá ya eres un poco mayor para terminarte la botella de vino sola. ¿Mala o buena noticia? Debes saber que el exceso de alcohol puede tener efectos devastadores para tu cuerpo, por lo que beber con moderación puede ser una buena idea. De hecho, hay estudios que demuestran que beber poco tiene beneficios para tu salud. Por ejemplo, reduce el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, diabetes y artritis.
Conciénciate de tus límites (por ejemplo, una buena opción es tomar alcohol una vez al día, según el U.S. Dietary Guidelines) y, sobretodo, bebe mucha agua para reducir la probabilidad de tener resaca.
Fuente: Womens Health
