Cuando estamos enamoradas vivimos una sensación de vértigo, de excitación, de exaltación continúa, de felicidad absoluta.Esa gratificante emoción se genera siempre al principio de las relaciones, pero a medida que la pareja avanza, parece ir menguando hasta el punto de terminar por desaparecer por completo. La relación sufre una transformación. Lo que antes era unestímulo placentero positivo y constante, se termina convirtiendo en una rutina, en un patrón de repeticiones, que evidentemente nada tienen que ver con la exaltación emocional inicial. El enamoramiento parece perder fuerza.
Si intentamos encontrar el punto exacto donde el enamoramiento termina, probablemente seremos incapaces de dar con él porque obviaremos, inconscientemente, algo primordial: la energía. Aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, nuestras relaciones influyen energéticamente en todo lo que nos rodea, incluidas las personas. Nuestro cuerpo y nuestra mentees un intenso campo de frecuencias y ondas que forman parte de Nosotras, aunque seamos incapaces de verlas o sentirlas. Las relaciones de nuestra vida se basan esencialmente en el intercambio sensible de estas energías que abarcan todos los niveles de nuestro ser, tanto físicos, mentales, como emocionales.
Nuestro modo de gestionar la energía que entregamos y recibimos a los demás se fragua en el núcleo familiar e influye directamente sobre nuestra personalidad. La relación y atención que nuestros progenitores nos han dedicado durante la infancia,marca exponencialmente nuestras relaciones de futuro, ya que ha sido en ese marco que hemos creado los roles y patrones que utilizamos para beneficiarnos de la energía de quienes nos rodean. En una familia con varios hermanos es donde empezamos a competir por la atención de los padres. Inventamos patrones que repetiremos a lo largo de nuestra vida para conseguir la energía que una atención continúa proporciona.
La química y la exaltación emocional nos convierten en diapasones capaces de hacer vibrar a la otra persona sin necesidad de energía ajena. Se produce entonces una sincronicidad perfecta entre las dos personas que alimenta e intensifica cada sensación gracias a la reciprocidad de ambas energías. Se crea un flujo continúo entre ambos, donde cada uno esta aportando al otro una fuerte cantidad de pensamientos, acciones, palabras positivas que elevan la emoción a su máxima expresión. El enamoramientoy las arrebatadoras sensaciones que produce termina en el momento exacto que comenzamos a pensar que es la otra persona quien nos reporta ese estado.
Cuando obviamos que nuestra propia energía y su entrega desinteresada es realmente aquella que nos porporciona la felicidad, nos desconectamos de Nosotras mismas, de nuestra fuente inagotable y comenzamos a “necesitar” al otro. De este modo, la reciprocidad y abundancia de dos se termina convirtiendo en la carencia de uno, que se ve obligado a reactivar sus mecanismos de control sobre el otro.
Fuente: Nosotras