Aunque es difícil precisar una cifra, se sabe que el número de inmigrantes que están saliendo del país ha aumentado en los últimos años.
Según datos del 2015 del Pew Research Center, con sede en Washington, basados en informes de Naciones Unidas, que incluye información sobre todo aquel que haya vivido por más de un año en otro país, Italia comparte con Colombia el tercer puesto de países con más inmigrantes venezolanos (50.000cada uno), detrás de España (con 150.000) y Estados Unidos (con 200.000).
La cifra es considerablemente mayor a la registrada en el año 2000, cuando eran 10.000 los venezolanos en Italia. Y es posible que aumente dada la reciente oleada migratoria.
-Sangre italiana en el Caribe
Tal como sucedió en varios países de Sudamérica, desde la llamada entreguerra europea miles de inmigrantes italianos eligieron Venezuela como destino.
Algunos porque encontraron allí un salvavidas contra la pobreza y otros como trabajadores temporales de la industria petrolera (sobre todo durante los «boom» petroleros de las décadas del 50 y 70).
Sus huellas en la sociedad venezolana son muchas y profundas. Tal vez la más curiosa es que Venezuela es el segundo país con mayor consumo de pasta per cápita del mundo, detrás de Italia, por supuesto.
Así lo indican los datos del 2011 de la Organización Internacional de la Pasta (IPO), los últimos que se conocen.
Pero además, aquellos inmigrantes dejaron su ADN.
«Estimamos que hay 2 millones de descendientes de italianos en Venezuela», le explica a BBC Mundo el primer secretario Lorenzo Solinas, encargado de prensa de la Embajada de Italia en Caracas.
Buena parte de estos descendientes -«no todos», se apresura a aclarar Solinas- tienen derecho a la ciudadanía, dado que Italia se rige por el criterio jurídico Ius sanguinis -derecho de sangre, en latín-, por el cual la ciudadanía se concede por filiación biológica o adoptiva, independientemente del lugar del nacimiento.
Sólo entre 2013 y julio de 2017, Italia concedió 17.572 ciudadanías por Ius sanguinis, según datos proporcionados por su representación diplomática.
2001
María L. Espinoza