En el siglo XIII, mientras en Francia reinaba la dinastía de los Luises y las grandes pelucas estaban a la orden del día, un peluquero -profesión que en esa época correspondía sólo a plebeyos- realizó un trabajo tan perfecto para la Corte que fue nombrado Caballero. Tal acontecimiento quedó grabado en la historia, siendo elegida esa fecha para festejar todos los años, y a nivel mundial «El Día del Peluquero».
Historia del peluquero y su gremio
Es a principios del siglo XVII que comienza a mencionarse en los documentos a los peluqueros, aunque podemos considerar el tensor romano, barberos y fabricantes de pelucas en la Edad Media en Occidente, como verdaderos peluqueros en el sentido de peinadores. Porque eran ellos los que cuidaban el cabello, cortándolo con armonía con la conformación de la cabeza y de acuerdo al rostro de las personas, ciñéndose a la moda de la época. También afeitaban, teñían el cabello y trabajaban en el cuidado de las uñas. Los tensores encargados de este oficio eran por entonces esclavos de magnates romanos.
A comienzos del reinado de Luis XIV, como en anteriores reinados, los grandes señores confiaban el cuidado de sus cabezas a sus ayudas de cámaras, y los peluqueros debían conformarse con cortar el cabello a la gente del pueblo. Es por entonces que aparecían los peluqueros de señoras, profesión que, según ellos, pertenecía a las artes liberales, mientras que la de simple tensor pertenecía a las artes mecánicas.
En cuanto a la parte de damas, se deben mencionar las proscripciones del Concilio de 1605 que prohibía a los hombres arreglar el cabello a las mujeres, y condenaba a las mujeres que contravinieran esta prohibición. No obstante, antes del reinado de Luis XIV, hubo algunos peluqueros con fama de artistas a los que acudían damas para hacerse peinar.
En la rama masculina se distinguían los peluqueros, unos simplemente como tensores y otros como barberos cirujanos, ejerciendo estos últimos a la par de su oficio la cirugía menor, ya sea aplicando sanguijuelas o extrayendo muelas. Pero es evidente que el siglo XVII marca para el peluquero un nuevo derrotero, tanto por razones estéticas como higiénicas. Por el considerable incremento de la sociedad se constituye el gremio de peluqueros; por un edicto de 1649 se estableció una corporación de barberos, bañistas y peluqueros de París distinta al gremio de barberos cirujanos.
El 25 de agosto, “Día del Peluquero”, fecha en que se ha universalizado la profesión, se recuerda la Santificación de la Iglesia Católica de Luis IX, Rey de Francia, quien gobernó de 1261 a 1270, y que en su reinado jerarquizó a su peluquero declarándolo hombre libre, equiparándolo a los caballeros, jueces, médicos y magistrados, autorizándole el uso en su atuendo de un espadín que era símbolo de tal distinción.
En nuestro país por primera vez su celebración se remonta al año 1877, con un baile realizado en el teatro Coliseo al cual asistieron 400 personas, el día que se creó la Sociedad de Barberos y Peluqueros. Este festejo fue organizado por Domingo Guillén, peluquero y a la vez Director Propietario del órgano “El Peluquero”, publicación quincenal en su primer año de vida y que en su edición número 2 del mes de agosto de 1877, da cuenta del mencionado acto
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Trascurren los años y merced a la inquietud de hombres que fueron acrecentando la organización, se llega al Congreso Nacional de Peluqueros realizado en el año 1940 en la ciudad de Pergamino, convocado por la ex Federación Argentina, y en su magna Asamblea oficializó definitivamente el 25 de agosto como Día del Peluquero.
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