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¿Por qué sabemos tan poco de la depresión?

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¿Por qué sabemos tan poco de la depresión?

 

 

La depresión en la actualidad es una de las enfermedades más subestimadas debido a su naturaleza. Su carácter “invisible” y su dominio en territorios del estado de ánimo en el que la tristeza o la falta de interés por actividades se enmascara dentro de las fronteras del capricho, la holgazanería o el aburrimiento, se aborda la mayoría de las veces sin la seriedad que amerita. La misma sociedad, tan inmersa en los frenéticos ritmos donde parece no estar permitido sentirse triste -por ser para un gran sector de la población una postura contraria a la búsqueda del éxito- estigmatiza a quien la padece como un ser débil, llorón o malcriado por presuntamente no poseer la fuerza o la convicción para imponerse ante los embates de la vida occidental.

 
 
 
 
 
 
 
 

Exponer la dificultad y la lucha interna a tu familia o a compañeros de trabajo cuando se sufre de depresión, parece ser un estandarte con las palabras fracaso y debilidad; algo que lamentablemente se aborda desde la burla o la indiferencia -incluso desde el sexismo si este es hombre- porque aquel que no haya vivido los infiernos de la depresión, es como aquel que escucha un relato de una experiencia psicodélica sin haber nunca consumido hongos o L.S.D. 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

La depresión (trastorno depresivo mayor) es una enfermedad grave que afecta negativamente cómo uno se siente, cómo se piensa y cómo se actúa. La depresión causa profundos sentimientos de tristeza, así lo poseas todo en la vida; también provoca pérdida de interés en actividades que siempre se disfrutaron. En este sentido, la depresión puede sumergirte en un caldo de cultivo de problemas emocionales, incluso físicos provocando una fuerte disminución en tu capacidad para funcionar en la dinámica de la vida como en tu trabajo o el hogar. La autoestima va a parar al suelo, y si esta condición no es tratada existe el riesgo del suicidio, evidentemente porque quien la padece no encuentra una salida. Cabe decir que por la ignorancia y la poca información, el enfermo no encuentra sosiego ni en sus amigos o en la familia, menos si estos asumen el problema con la clásica ligereza.

 

 
 
 
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Manejar este tipo de situaciones termina siendo muy complejo obviamente para quien sufre de esta condición y los que le rodean. Afortunadamente, la depresión es tratable, y generalmente hay mejoría siempre y cuando la terapia, y un correcto abordaje por parte de amigos y la familia esté presente. La condescendencia está prohibida al igual que la intensidad por querer resolver a como dé lugar el estado de ánimo; por lo que la paciencia y una gran empatía -virtudes que no todos poseen- son elementos primordiales en la batalla contra la depresión.

 

 
 
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Los síntomas de la depresión son los siguientes:

 

 

  • Sentirse triste 
  • Pérdida de interés o placer en las actividades que antes se disfrutaban
  • Cambios en el apetito – pérdida o ganancia de peso no relacionada con la dieta
  • Problemas para dormir o dormir demasiado
  • Pérdida de energía o aumento de la fatiga
  • Sentirse sin valor o tener sentimientos de culpa recurrentes
  • Dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones
  • Pensamientos de muerte o suicidio

 

 

 


Estos pueden variar de leve a grave y deben durar al menos dos semanas para un posible diagnóstico de depresión por parte de un psicólogo o psiquiatra. Cabe destacar que es posible padecer de depresión por condiciones médicas como problemas de tiroides, tumor cerebral o deficiencia de vitaminas, por lo que es importante descartar causas médicas generales.

 

 
 
 
 

La depresión es diferente al duelo 

 

 

 

La muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo o el final de una relación amorosa son experiencias difíciles para todos. Es normal que los sentimientos de tristeza o pena se desarrollen en respuesta a tales situaciones. Aquellos que experimentan pérdida a menudo pueden describirse como «deprimidos». Pero estar triste no es lo mismo que tener depresión. El proceso de duelo es natural y único para cada individuo y comparte algunas de las mismas características de la depresión. Tanto el dolor como la depresión pueden implicar una tristeza intensa y la retirada de las actividades habituales. 

 

 

 
 
 
 
 

Por ejemplo, en el duelo, los sentimientos dolorosos vienen en olas, a menudo entremezclados con recuerdos positivos de la persona que murió. Asimismo, la autoestima se conserva. En la depresión mayor, el estado de ánimo y / o el interés (placer) disminuyen durante la mayor parte de las dos semanas. En la depresión mayor, los sentimientos de inutilidad y auto-odio son comunes. Cabe mencionar que para algunas personas, la muerte de un ser querido puede provocar una depresión mayor. Perder un empleo o ser víctima de un asalto físico o un desastre mayor puede llevar a la depresión para algunas personas. Cuando el duelo y la depresión coexisten, el dolor es más severo y dura más tiempo que el dolor sin depresión. A pesar de la cercanía entre el dolor y la depresión, debemos notar sus diferencias. La distinción entre ellos puede ayudar a las personas a obtener la ayuda, el apoyo o el tratamiento que se necesite.

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 

Factores que intervienen en la depresión

 

 

 

Hay que mencionar que las diferencias en ciertas sustancias químicas en el cerebro pueden contribuir a los síntomas de la depresión; al igual que el ámbito genético ya que puede estar presente entre los miembros de una familia. Igualmente, las personas con baja autoestima, que son fácilmente abrumados por el estrés, o que son generalmente pesimistas parecen ser más propensos a experimentar depresión; al igual que aquellos que estén expuestos a la violencia, negligencia, abusos o la pobreza.

 

 

 
 
 
 

 

 

 

 

Según el portal psychiatry.org la depresión afecta a uno de cada 15 adultos (6,7%) en un año determinado. Y una de cada seis personas (16,6%) experimentará depresión en algún momento de su vida. La depresión puede atacar en cualquier momento, pero en promedio, aparece por primera vez durante la adolescencia o a mediados de los 20 años. Las mujeres son más propensas que los hombres a experimentar depresión. Algunos estudios muestran que un tercio de las mujeres experimentará un episodio depresivo mayor en su vida.

 

 

La depresión es uno de los trastornos mentales más curables. Entre el 80 y el 90 por ciento de las personas con depresión finalmente responden bien al tratamiento. 

 

 

Si conoces a alguien que padece de esta condición, no lo juzgues ni lo presiones. Aprende poco a poco a entender lo que le afecta y ofrece todo el apoyo que esté a tu alcance. La depresión es real, es una enfermedad y debe tratarse como la hipertensión, una enfermedad del corazón o afección respiratoria sin discriminaciones de ningún tipo, y menos por estar relacionada al misterioso mundo de la mente…

 

 

¡Marca la diferencia!

 

Culturizando

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