Más de 300 días secuestrado lleva el periodista Roland Carreño. Y decimos secuestrado porque él no ha cometido ningún delito para hablar de encarcelamiento. Sencillamente, la gestión de Maduro considera que es mejor tenerlo aislado y sin poder comunicar, que es lo que sabe hacer, y muy bien.
No es nuevo el odio que le tiene el oficialismo a los comunicadores sociales. Este mismo diario ha sido blanco de todos sus ataques. Sin embargo, los medios son igual de valientes que cualquiera de sus periodistas, como lo ha demostrado Carreño durante todos estos años de la era rojita.
Pero a Roland no solo le tienen odio, sino miedo. Y eso también va por todos los comunicadores que la gestión chavista ha perseguido a lo largo de más de 20 años. Cada periodista está acostumbrado a decir la verdad, no solo eso, sino a buscarla y publicarla porque sabe que es un derecho de todos los seres humanos. Nuestro compañero preso injustamente lo hizo siempre, por algo es uno de los mejores cronistas sociales del país.
El pecado de Carreño parece que es militar en las filas de Voluntad Popular, el partido de Leopoldo López, considerado enemigo número uno. Durante este proceso injusto que se le sigue solo por sus opiniones, al colega le han violado todos los derechos humanos, comenzando por la libertad de expresión, pero también a la salud, pues sus padecimientos han sido desatendidos y peligra su vida. ¿Merece este secuestro por contar libremente su simpatía política?
Todos los que ahora piden a gritos la liberación de Roland lo hacen porque le conocen, porque él ha dejado huella en mucha gente a la que ha ayudado, y no por ser político, sino porque es un ser humano empático y solidario con el sufrimiento de los demás. Porque le duele Venezuela y el deterioro que ve por todas partes. Él no merece la cárcel, como no la merecen ninguno de los prisioneros de conciencia que desde la época de Hugo Chávez están en las mazmorras.
¿Qué esperan para liberarlo? Saben que no pueden probarle ningún delito y es bastante temerario de sus esbirros el aventurarse a forjar pruebas en su contra porque nadie se las va a creer.
Por eso, este periódico, que fue su casa por muchos años, también se hace eco de los que piden que lo liberen cuanto antes. Roland Carreño debe recibir atención médica de inmediato y volver a su casa, con sus hijos y su familia.
Editorial de El Nacional
