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¿Por qué nos olvidamos dónde dejamos las llaves?

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¿Por qué nos olvidamos dónde dejamos las llaves?

Seguramente le ha ocurrido esta semana, y si no fue ésta tal vez fue la anterior y si no, seguro que al menos en los últimos dos o tres meses: todos en algún momento hemos perdido las llaves, el teléfono, las gafas o nos hemos pasado un buen rato buscando algo que no podemos recordar dónde hemos dejado.

 

 

Perder cosas y -sobre todo perder tiempo buscándolas- es exasperante, pero, según un artículo publicado este mes en el Wall Street Journal, los fallos menores en la memoria son comunes en todas las edades y, en parte, los genes son los responsables.

 

 

Un estudio llevado a cabo recientemente en Alemania descubrió que el 75% de las personas encuestadas sobre el tema del olvido y las distracciones tenían una variación del llamado gen receptor de dopamina D2 (DRD2), lo cual las hacía más propensas a olvidarse de cosas.

 

 

«La falta de memoria es bastante común», explica Sebastian Markett, investigador en psicología y neurociencia de la Universidad de Bonn.

 

 

Los investigadores basaron su estudio en encuestas realizadas a 500 personas a las que también se les tomó una muestra de saliva para hacer un análisis genético.

 

 

Cerca de la mitad de las variaciones en cuanto al olvido, dice Markett, pueden explicarse por efectos genéticos, que probablemente implican una decena de variaciones genéticas.

 

 

Quiebre

 

 

Otra razón que puede explicar el por qué nos olvidamos de cosas cotidianas, es porque se produce «una ruptura en la interface entre la atención y la memoria», según explica Daniel L. Schacter, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.

 

 

Esta ruptura, apunta el artículo del Wall Street Journal, puede tener lugar en dos momentos: cuando no logramos activar nuestra memoria para codificar lo que estamos haciendo -por ejemplo dónde dejamos las llaves o la agenda- o cuando tratamos de acceder a ese recuerdo.

 

 

Cuando codificamos una memoria, el hipocampo, la parte central del cerebro involucrada en la función de la memoria, hace una suerte de foto que se conserva en un set de neuronas que se activan más tarde con un estímulo o una clave.

 

 

Por eso, es importante prestar atención durante el proceso de codificación. Si nuestro estado mental cuando tratamos de acceder a esa memoria es distinto al estado mental durante la codificación, podemos tener un problema.
Así, muchas veces nos ayuda a recordar el tratar de reconstruir nuestro estado mental en el momento de codificación.

 

 

En voz alta

Otra recomendación para no vernos con tanta frecuencia haciendo el intento vano de recordar dónde dejamos un objeto en particular resulta obvia, pero útil: lo mejor es tratar de poner las cosas siempre en el mismo lugar, y, en algún lugar que tenga sentido, dicen los expertos.

 

 

Por ejemplo, dejar las gafas cerca de la mesa de noche, si es que leemos antes de ir a dormir, o depositar las llaves en un cajón cerca de la puerta.

 

 

También resulta útil, según explica Mark McDaniel, profesor de psicología de la Universidad de Washington en Saint Louis, pensar o incluso decir en voz alta: «Estoy guardando mi billetera en el cajón del escritorio».

 

 

Y, por último, si de lo que se trata es de no olvidarse de algo que tiene que hacer, visualice la tarea asociándola con algo del ambiente que espera encontrar cuando la cumpla, afirma McDaniel.

 

 

Es decir, si quiere recordar que tiene que ir a comprar pollo, palta y lechugas al almacén, imagínese la tienda y los alimentos. «Cuando llegue allí, estas claves lo ayudarán a recordar», completa el experto.

 

 

 

 

 

BBC

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