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Por qué no existe una píldora anticonceptiva para el hombre

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Opinión

Por qué no existe una píldora anticonceptiva para el hombre

La creación de la píldora anticonceptiva revolucionó al mundo cuando fue presentada en sociedad, en la década de 1960.

 

 

 

 

Actualmente, estas pastillas son utilizadas por unos 214 millones de mujeres alrededor del mundo y tienen un mercado anual cercano a los US$18.000 millones.

 

 

 

Sin embargo, aunque ya han pasado más seis décadas de la “presentación oficial” de la píldora, de la lista de 20 métodos anticonceptivos que tiene la Organización Mundial de la Salud (OMS) solo dos son para hombres.

 

 

 

El condón y la esterilización o vasectomía. 

 

 

 

¿Por qué no hay una pastilla anticonceptiva masculina?

 

 

 

“La idea de crear un anticonceptivo masculino ha existido casi por tanto tiempo como el anticonceptivo femenino”, le dijo a BBC Mundo Adam Watkins, profesor de biología reproductiva de la Universidad de Nottinghan.

 

 

 

 

De acuerdo con Watkins, el principal desafío médico siempre ha sido que, mientras la mujer libera un óvulo por mes, el hombre produce millones de espermatozoides a diario.

 

 

 

 

Tal es el reto, que incluso si el hombre pierde el 90% de su capacidad de producir espermatozoides, sigue siendo fértil, señala el experto.

 

 

 

Aunque esta no es la principal razón por la que no se ha desarrollado una píldora efectiva y segura.

 

 

 

“Creo que si no se ha desarrollado efectivamente ha sido por el éxito de la píldora anticonceptiva femenina. Funciona tan bien y es tan eficiente que, desde una perspectiva económica, muchas de las compañías farmacéuticas no sienten la necesidad de invertir en una nueva”.

 

 

 

 

Para el experto, esto ha llevado a las farmacéuticas a no invertir en investigación y desarrollo de proyectos que lleven a un modelo de píldora anticonceptiva segura para el hombre.

 

 

 

 

“Por distintos motivos, se puso el peso del cuidado de la anticoncepción a las mujeres. Ellas han sido las que han asumido casi totalmente esa responsabilidad, lo que es un poco injusto”, agregó el académico.

 

 

 

 

La historia de una pastilla

 

Tal vez el anticonceptivo más antiguo de la historia sea el condón: desde casi 2.000 años antes de Cristo hay referencias a este método para el control de la natalidad ligado a la anatomía masculina, a través de un material que haga las veces de barrera física y evite la llegada de los espermatozoides al óvulo.

 

 

 

En el siglo XVIII se introdujo el último avance en el campo masculino: la vasectomía, una procedimiento quirúrgico que corta el suministro de espermatozoides al semen, a partir del bloqueo de los conductos deferentes.

 

 

 

 

Luego, ya en la segunda mitad del siglo XX, con el avance de la pastilla anticonceptiva femenina se inició también el camino para llegar a una píldora de uso en los hombres.

 

 

 

 

La tarea era sencilla, en principio.

 

 

 

 

“En teoría, apuntar a (controlar) la producción de esperma debería ser un proceso simple. Se comprende bien la biología de la producción de espermatozoides y cómo éstos nadan hacia el óvulo”, señala Watkins.

 

 

 

 

Actualmente existen dos áreas de investigaciones en este campo.

 

 

 

 

Por una parte, la anticoncepción hormonal, que utiliza hormonas sintéticas (artificiales) para detener temporalmente el desarrollo de espermatozoides sanos.

 

 

 

 

Y el segundo es el método no hormonal, mediante otras técnicas para evitar que los espermatozoides sanos entren en la vagina y puedan fecundar.

 

 

 

 

Sin embargo, los estudios destinados a desarrollar una píldora masculina eficaz se han visto afectados por problemas como los efectos secundarios que causan sus componentes.

 

 

 

 

Por caso, en 2016, un estudio que inyectó a los hombres testosterona y progestágenos, similares a las hormonas que se encuentran en la píldora femenina, tuvo que detenerse antes de tiempo.

 

 

 

 

“Se indicó que había efectos secundarios como granos en la piel, trastornos del estado de ánimo y aumento de la libido, que los hombres consideraron demasiado severos e intolerables, por lo que se canceló la investigación”, señaló Watkins.

 

 

 

 

“Sin embargo, muchos expertos pueden ver estos efectos secundarios como relativamente menores en comparación con los que sufren las mujeres que toman la píldora, que incluyen ansiedad, aumento de peso, náuseas, dolores de cabeza, reducción de la libido y coágulos sanguíneos”.

 

 

 

 

A esto, señalan los expertos, se suma que el condón se ha incorporado como un método barato y sin efectos secundarios.

 

 

 

 

“El condón además no solo sirve para el control natal, sino también para prevenir enfermedades de transmisión sexual, lo que también ha evitado que se busque una salida en el tema de la salud reproductiva del lado del hombre”, dice Watkins.

 

 

 

 

Amenaza de la masculinidad


Sin embargo, para otros expertos en salud reproductiva, es necesario ir más allá de la falta de interés de las grandes farmacéuticas por apoyar las investigaciones y la complejidad biológica de la fertilidad masculina, para desarrollar una píldora eficaz para hombres.

 

 

 

 

Para la doctora Lisa Campo-Engelstein, directora del Instituto de Bioética y Humanidades de la Salud de la Universidad de Texas y experta en el estudio del futuro de la salud reproductiva, que no haya una píldora anticonceptiva no se debe a que la ciencia no lo haya podido lograr.

 

 

 

 

“Es claro que la pastilla anticonceptiva masculina no existe no por un tema científico, sino por un tema de género, de normas sociales. Se le puso ese trabajo exclusivamente a la mujer”, le dice Campo-Engelstein a BBC Mundo.

 

 

 

 

“Actualmente, las mujeres soportan la mayor parte de las cargas financieras y de salud relacionadas con la anticoncepción. En general, los métodos femeninos tienden a ser más costosos que los masculinos porque la mayoría requieren al menos una visita al médico y algunos implican una receta o prescripción que hay que repetir periódicamente”, añade.

 

 

 

 

De hecho, la académica indica en su artículo “Por qué debe existir la píldora masculina” que, en EE UU, muchos planes de seguro médico no cubren la anticoncepción.

 

 

 

 

Y los estados que exigen que los planes de seguro la incluyan tienen en su mayoría cláusulas de exclusión voluntaria por razones religiosas o éticas.

 

 

 

 

Por eso, Campo-Engelstein hace un fuerte llamado a que se desarrolle pronto una pastilla para los hombres.

 

 

 

 

“Muchas mujeres desean dejar de tomar la píldora por los fuertes efectos secundarios y hormonales que tiene en su cuerpo, pero muchas veces no lo hacen porque el hombre solo recurre al condón, que no es 100% efectivo”, señala la académica.

 

 

 

 

“El tema de la anticoncepción debe ser de todos los involucrados. Aunque es cierto que el hombre cada vez toma más responsabilidad en este aspecto, lo cierto es que todavía falta mucho por hacer”, explica.

 

 

 

 

El futuro

 

Tanto para Watkins como Campo-Engelstein llegará el día de la píldora masculina.

 

 

 

 

“Creo que se han dado cambios que conducirán a que las farmacéuticas dediquen recursos a este desarrollo. Y hay muchos hombres que están dispuestos a tomarla, porque eso les da control sobre su cuerpo”, explicó Watkins.

 

 

 

 

El académico resaltó dos trabajos que podrían llegar a ser la base para un método eficaz y seguro: la pastilla de las “sábanas limpias” (clean sheets pill, en inglés) y el “vasalgel“.

 

 

 

La píldora de la sábana limpia funciona limitando la liberación de esperma y, al prevenir la expulsión de espermatozoides y el líquido en el que se transportan, evita simultáneamente embarazos no deseados y la propagación de infecciones de transmisión sexual.

 

 

 

 

Sin embargo, esta píldora hasta ahora solo se ha probado en animales. Como tal, probablemente falten diez años para llegar a una versión apta para uso humano.

 

 

 

“Y el vasalgel es una sustancia de polímeros que se inyecta en la zona genital, especialmente en los conductos deferentes, donde se transporta el semen. Aunque permite el movimiento del líquido, lo que hace es detener el paso de los espermatozoides”, explica Watkins.

 

 

 

Sin embargo, Campo-Engelstein señala que la técnica y los resultados de laboratorio no bastan para lograr el cambio social que se necesita en esta materia.

 

 

 

“Como cuestión de justicia social, debemos avanzar hacia una responsabilidad anticonceptiva compartida. Para hacerlo, necesitamos dedicar más recursos al desarrollo de métodos anticonceptivos para hombre”, anota.

 

 

 

“Pero si no hay ningún cambio en las normas de género dominantes para la responsabilidad de la salud reproductiva, parece poco probable que los hombres usen la anticoncepción al mismo ritmo que las mujeres, incluso si los productos y métodos existen”, concluye la médica.

 

 

 

 

 

Fuente: El Nacional
Por: Maria Laura Espinoza
Twitter: @i_am_LauEz14

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