La comida rápida o chatarra, esa vieja amiga-enemiga que es nuestra aliada en días de huelga de quehaceres e invitada de honor en nuestros “gustos culposos” tiene más facetas de las que te imaginas, y casi ninguna buena… ¡Conoce a ese enemigo silente aquí!
No es secreto para nadie que la comida rápida o “chatarra”, -como también se le conoce a esa comida de cocción y preparación de dudosa procedencia-, permite traer a la mesa platos y bocadillos que, en su preparación casera tomaría el doble del tiempo según la complejidad y sus ingredientes; no obstante, son nocivas para la salud si se consumen con regularidad.
¿Y entonces qué pasa al comerla?
De entrada, es un engaño a nuestro sistema alimentario con alta cantidad de calorías vacías (que no son esas que nos dan energía general sino sintéticas, falsas…) y carece gravemente de vitaminas y nutrientes vitales para alimentar las células; en contra parte, tienen sabores neutros entre los rangos de gustos lo que hace que combinen perfecto con la sazón de salsas, texturas y aderezos para personalizar.
Las consecuencias del abuso de su consumo constante son varias y nada despreciables tales como: envejecimiento prematuro (saturación por exceso de grasas), adicción (estimula la hormona del placer, misma que también activan las drogas), depresión (The Public Hearth Nutrition concluyó que la tendencia depresiva sube a 51%), problemas psicológicos (déficit de atención, ansiedad, individualismo entre otros) y la muerte (School of Public Health encontró que consumidores de comida rápida tienen 20% más de probabilidad de morir de enfermedades del corazón) entre muchas otras.
Si es tan mala para el cuerpo ¿por qué se consume tanto?
Es mucho más práctica por solo “comprar y servir”, lo cual es de suma conveniencia hoy en día cuando el ritmo frenético de la sociedad activa no ofrece tantos espacios “hogareños” para cocinar y servir comidas cuantiosas y complejas, siendo que la hora del almuerzo o desayuno de las empresas y entidades académicas rara vez supera los 30 minutos. Y nunca es lo que parece… ese pollo de tus amados nuggets es de todo menos pollo, pero sabe a pollo y con eso basta. A partir de estos dos puntos radica su éxito.
¿Y por qué su sabor es tan particular?
Segurísimo que te ha pasado que haces una hamburguesa en casa y no sabe ni remotamente cerca a los productos de las conocidas cadenas de restaurantes de comida rápida; ni los empanizados de pollo saben igual… y tus pizzas poco tienen que hacer al lado de los más famosos puestos de pizza… y así con otras franquicias y sus platos insignia… pero todo eso tiene su explicación… ¡el ingrediente secreto! Los ingredientes secretos, mejor dicho, y las condiciones industriales a las que los alimentos son sometidos antes de ser dispuestos para el consumo de las masas.
Si hablamos de McDonald’s te explico que el secreto tras sus exquisitos nuggets apenas lleva una minúscula parte de pollo, puesto que los hacen de una mezcla de pellejo y huesos de pollo que toma un color similar a la carne, con una textura lodosa, la cual moldean hasta darle forma al conocido nugget, para empanizarlo y freírlo. En noviembre del 2013, investigadores aclararon que estos llevan menos de la mitad de pollo entre sus ingredientes, ¿irónico no?
Siguiendo con hamburguesas, su cocción en planchas grandes ¡no lleva más de 30 segundos! Porque la carne está previamente congelada y se arroja directo a la plancha caliente.
¿Y te has preguntado porque pareciera que se deshace más rápido que otras comidas en tu boca? Eso es premeditado puesto que estudios de gente con sobrepeso expusieron que ellos mastican 12 veces antes de tragar en contraste con las personas de menor talla que lo hacen un mínimo de 15 veces. Es sencillo: menos masticamos, menos nos llenamos, y si menos nos llenamos más comemos.
Los colores vivos y enérgicos como el amarillo, el rojo y el anaranjado están bastante presentes en los establecimientos y publicidades de estas cadenas famosas y no es casualidad porque estos estimulan el apetito a través de la incentivación de la dopamina (hormona de la felicidad).
En cuanto a papas fritas francesas de McDonald’s y KFC, Marion Nestle, presidenta del programa de estudios sobre alimentos de la NYU, después de dejar patatas en botes de cocina cerrados casi al vacío por cerca de tres años, y ya que prácticamente no envejecieron, dijo que McDonald’s habría de utilizar «una gran cantidad de propionato de sodio para prevenir el crecimiento de bacterias o moho».
Incluso la Coca-Cola y otras bebidas carbonatadas saben mejor… y muy diferente a las de las botellas… ¿la razón? Porque las máquinas mezclan el contenido básico de la bebida con agua y se carbonizan dentro del mismo aparato, lo que da una sensación de “refresco muy frío” al ser servido.
Fuente: Culturizando
Por: Maria Laura Espinoza
Twitter: @i_am_LauEz14