En 2007, un joven estadounidense que vivía en Berlín se convirtió en un milagro de la medicina moderna cuando, 12 años después de que le diagnosticaran VIH, el virus desapareció repentinamente de su cuerpo. Timothy Ray Brown había sido diagnosticado con leucemia y recibió un trasplante de células madre como tratamiento. Resultó que su donador de células madre tenía una rara mutación genética conocida como CCR5-delta 32 que dio a Brown resistencia a la infección por VIH. Brown pasó a ser conocido como “el paciente de Berlín”. Diez años más tarde, sigue siendo la única persona que alguna vez se ha curado del VIH.
A pesar de los increíbles avances en biomedicina, la verdadera cura para el VIH sigue sin encontrarse. Los medicamentos antirretrovirales han convertido el VIH en una enfermedad manejable en lugar de una sentencia de muerte. Pero el VIH se integra permanentemente en el genoma de una célula infectada y luego se esconde, inactivo, en el cuerpo, lo que hace que sea casi imposible de erradicar. Desde la década de 1980, los investigadores han guardado la esperanza de que la terapia génica, en la que se altera el material genético del cuerpo, proporcionase una nueva vía para tratar el VIH, y tal vez incluso una cura. El caso de Brown hizo que muchos en el campo se sintieran optimistas, pero los científicos aún no saben exactamente cómo funcionó su cura.
Un nuevo estudio publicado el jueves en PLOS Pathogens muestra una nueva vía potencial para curar el VIH, aunque también destaca las dificultades extremas que enfrentan los investigadores.
“Efectivamente, solo hemos curado a un paciente”, explica a Gizmodo Scott Kitchen, el autor principal del estudio de la UCLA. “Pero eso proporciona muchas esperanzas”.
Durante el nuevo estudio, los investigadores se basaron en el tratamiento de Brown con la esperanza de estimular el sistema inmune del cuerpo con células madre diseñadas para combatir el VIH. En primer lugar, diseñaron células madre formadoras de sangre para transportar genes que transforman las células en exterminadoras capaces de detectar y destruir las células infectadas por VIH cuando aparecen en el cuerpo. La técnica funciona secuestrando la misma molécula, CD4, que permite que el VIH se una a la superficie de la célula, y usándola como señal para unirse al VIH y matarlo. Esas células madre fueron puestas en los cuerpos de dos primates a través de un trasplante de médula ósea. Es una forma de tratamiento conocida como inmunoterapia CAR-T.
“El VIH daña la respuesta inmune celular, eso es lo que lo hace tan efectivo”, dice Kitchen. “Entonces, para poder eliminarlo de manera efectiva, necesitamos una respuesta inmune efectiva. Estamos proporcionando eso”.
CAR-T había demostrado ser prometedor en el tratamiento del VIH antes, pero con este nuevo enfoque, los investigadores descubrieron que los cuerpos de los primates seguían produciendo las células que expresan el CAR por más de dos años después de la infusión inicial sin ningún efecto adverso. Esto arroja esperanzas sobre una solución a largo plazo que podría reducir la dependencia de una persona a los medicamentos antivirales y potencialmente incluso erradicar por completo el VIH del cuerpo, atacando al VIH que acecha latente en los reservorios del cuerpo cada vez que vuelva a la vida.
“Creemos que es el componente de una cura, usado en combinación con algo así como la terapia antirretroviral”, dice Kitchen. “Esto sugiere que una cura es efectivamente posible”.
En los últimos años también ha habido algunos avances prometedores en la eliminación del VIH, pero hasta ahora, los investigadores habían logrado principalmente curar el VIH en ratones. A principios de este año, científicos de la Universidad de Temple utilizaron CRISPR para eliminar el ADN del VIH de los ratones. Se están llevando a cabo varios ensayos clínicos para tratar de curar a humanos con VIH a través de combinaciones de terapias génicas y de células madre, pero no está claro si realmente funcionarán a largo plazo. (A principios de este año, un biohacker también se inyectó una cura DIY para el VIH, aunque es muy poco probable que su enfoque funcione).
Las tecnologías como la edición de genes han hecho que la búsqueda de una cura para el VIH parezca posible, pero todavía hay muchos obstáculos técnicos en el camino. Una verdadera cura aún puede estar muy lejos.
El mayor obstáculo para crear una cura es hacer algo que dure lo suficiente como para combatir los reservorios persistentes del virus en el cuerpo. Este es el problema que la investigación de UCLA estaba tratando de resolver. Pero para llegar allí, los científicos tendrán que mejorar la capacidad de editar las células dentro del cuerpo de un paciente, en lugar de eliminarlas, editarlas en un laboratorio y luego reinsertarlas nuevamente en el paciente. También hay margen de mejora en nuestra capacidad para localizar los genes que necesitan ser manipulados, que están dispersos por todo el cuerpo. Y para complicar aún más las cosas, debido a que se sabe que el VIH desarrolla resistencia a los tratamientos, incluso a CRISPR, una combinación de terapias probablemente tendrá más éxito.
Este año, la Fundación para la investigación sobre el SIDA presentó una solicitud de propuestas para abordar esos obstáculos.
“La disponibilidad de herramientas y objetivos sugiere que diseñar una intervención de terapia génica para curar el VIH es posiblemente una cuestión de tecnología en lugar de descubrimiento”, escribió Rowena Johnson, directora de investigación de la fundación, en un artículo. “Sin embargo, la viabilidad del enfoque sigue siendo un gran obstáculo. La hoja de ruta, el costo y la complejidad de probar la terapia génica en la clínica son formidables”.
Hasta ahora, ha habido mucho más optimismo en el uso de la terapia génica para hacer que las células del cuerpo sean inmunes al VIH. Con estos enfoques, en primer lugar, se impide que el virus ingrese a una célula. Es una tarea más fácil, porque no requiere lidiar con el problema de un virus inactivo que se desarrolla durante un largo período de tiempo. Varios ensayos clínicos para este tipo de terapias también están en curso.
“Brown fue solo un caso extraordinario”, dijo Kitchen. “Pasó por dos trasplantes de médula ósea. Eso normalmente mataría a alguien. Y todavía no sabemos exactamente cómo funcionó”.
En el caso de la nueva investigación de la UCLA, el mayor obstáculo es descubrir la forma más efectiva de trasplantar el menor número de células madre posible en el cuerpo de un paciente infectado. Idealmente, les gustaría desarrollar algo así como una vacuna que no requiera un procedimiento invasivo como el trasplante de médula ósea, pero por ahora, ese pensamiento es mayormente “ciencia ficción”. Aun así, dice Kitchen, es probable que los ensayos clínicos para el nuevo enfoque estén a solo dos o tres años de distancia.
La cura podría no estar a la vuelta de la esquina. Pero, por primera vez, está empezando a verse en el horizonte.
Fuente: gizmodo