El colapso de las negociaciones de paz entre Pakistán y los talibanes afganos ha puesto a una potencia nuclear, Islamabad, al borde de un conflicto abierto con su vecino, creando un polvorín regional que amenaza con arrastrar los intereses de potencias como China, Estados Unidos y la India.
El diálogo fracasó tras los peores enfrentamientos fronterizos en décadas. La razón es un grupo insurgente que para Islamabad es una amenaza existencial y para los talibanes afganos es un aliado ideológico, el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP).
¿Qué ha pasado?
A mediados de octubre, tras una serie de ataques armados del TTP en Pakistán, la tensión escaló. Pakistán lanzó ataques aéreos en territorio afgano. Según un alto funcionario paquistaní, uno de los objetivos fue un vehículo usado por Noor Wali Mehsud, el líder del TTP, en las inmediaciones de Kabul.
Los talibanes calificaron el ataque de «acto violento sin precedentes» y respondieron con «operaciones de represalia» en al menos siete puntos de la frontera, afirmando haber matado a 58 soldados paquistaníes (Pakistán reconoció 23) y capturado 25 puestos fronterizos.
Una tregua mediada por Catar y Turquía detuvo los combates, pero las negociaciones de seguimiento en Estambul colapsaron esta semana.
Las posiciones irreconciliables
La demanda de Pakistán: Islamabad exigió a Kabul «medidas verificables» contra el TTP, grupo al que acusa de usar el este de Afganistán como «refugio» para planificar ataques.
La respuesta de Kabul: Los talibanes calificaron la demanda de «irrazonable e ilógica», según sus medios estatales. Su contraargumento es que el TTP es un problema interno y de larga data de Pakistán.
Las demandas de los Talibanes: la delegación talibán presentó sus propias exigencias demandado que Islamabad impida que el grupo yhadista Estado Islámico y otros grupos ataquen Afganistán «desde su territorio», que «se abstenga de violar el espacio aéreo afgano» y que «separe la política de las relaciones comerciales».
¿Qué está en juego?
El fracaso de Estambul significa que el alto el fuego del 19 de octubre puede romperse. La vía diplomática, que era la única que frenaba una escalada, ha desaparecido.
A esto se suma la amenaza de «guerra abierta» del ministro de Defensa paquistaní, Khawaja Asif, quien advirtió hoy que cualquier nuevo atentado les hará «probar el amargo sabor» de la guerra.
¿Por qué es un polvorín regional?
Mientras Islamabad amenazaba con la guerra, los talibanes ejecutaban un giro a la India. El ministro de Exteriores talibán, Amir Khan Muttaqi, realizó una visita de ocho días a Nueva Delhi, el archirrival de Pakistán, en la víspera de los enfrentamientos.
Entonces la India anunció la reapertura de su embajada en Kabul, cerrada desde 2021. Los talibanes negociaron comercio, seguridad y el uso de rutas que evitan a Pakistán.
Para Pakistán su antiguo «cliente» (el talibán) se ha convertido en un actor independiente que ahora se alía con su rival (India) en su flanco occidental.
Para China, la inestabilidad amenaza su multimillonario Corredor Económico (CPEC) con Pakistán y sus planes de inversión minera en Afganistán.
Para Estados Unidos la crisis afecta su estrategia de contraterrorismo. Fuentes afganas acusaron a Pakistán en el diálogo de tener «acuerdos de drones» con EE.UU., algo que los talibanes ven como una violación directa de su soberanía.
Para Pakistán, el TTP es un problema de seguridad nacional. Para los talibanes, la soberanía de su espacio aéreo y el fin de la presión económica son la prioridad.EFE










