Los hombres casi siempre hacen un escándalo cuando sus parejas los engañan; sin embargo, no tienen en cuenta un punto importante. «Las personas no engañan sin razón», explica la doctora Jennifer Harman, profesora de psicología en la Universidad Estatal de Colorado. «Si las mujeres sintieran que son engañadas primero, esa traición, aun cuando no involucrara una infidelidad, podría justificar su conducta». Y mientras que los hombres son estadísticamente más infieles, el porcentaje de mujeres que tiene aventuras aumentó casi 40 por ciento en las últimas dos décadas, hasta alrededor de 14 por ciento, de acuerdo con los resultados de un estudio del National Opinion Research Center de Estados Unidos. (Los hombres se mantuvieron en 20 por ciento.)
«La buena noticia -dice Harman- es que a menudo puedes evitar que tu pareja te engañe, pero requiere trabajo y sacrificio». ¿Estás dispuesto a todo? Le pedimos a cuatro mujeres infieles que nos contaran sus historias para que podamos aprender de los errores de sus parejas.
JESSICA, 28 AÑOS
«Me sentía tonta y sola»
Mi novio solía actuar como si yo fuera fascinante. Pero después de un tiempo, difícilmente me preguntaba cómo me había ido en el día; incluso dejó de querer sexo. Una noche, mientras él trabajaba en casa, me puse lencería sexy; necesitaba sentirme deseada. Me dijo que debía enviar correos electrónicos y no me hizo caso.
Pocos meses después, mi mamá fue internada en el hospital. Yo lloraba en un sillón, pero en vez de acercarse a mí y abrazarme, me dijo: «Está en las manos de Dios». Tal vez tenía razón, aunque eso no era reconfortante.
Así que fui a visitar a mi mamá. Mi ex novio supo que estaba en la ciudad y me llamó. Él fue paciente y tierno. Hablamos por horas, mientras nos acercábamos en el sillón y eventualmente nos tomamos de las manos y pronto estábamos juntos en mi antigua habitación. El sexo no fue bueno, fue como ver un programa repetido en la televisión; sin embargo, en ese momento me hizo recordar el tiempo en que tenía una pareja que se preocupaba por mí. Y eso se sentía bien.
No me lo reproché después y sigo sin hacerlo. Para mí y la mayoría de las mujeres, el sexo realmente está ligado con una conexión emocional. No la obtenía de mi novio pero, al menos, por esa noche la tuve con mi ex. Luego viajé de regreso a casa y caí en una espiral de engaños: el esconder mis almuerzos inocentes, se convirtió en ocultar mensajes de coqueteo con otros hombres. En verdad nunca más lo engañé, pero siempre quise hacerlo. Después de unos meses me di cuenta de que era momento de terminar, así que me mudé.
EILEEN, 28 AÑOS
«Siempre estaba equivocada»
Cuando Sam y yo nos casamos, quiso comprar una casa en el bosque. Al principio sonaba excitante, pero la diversión terminó rápido y él solo quería que nos quedáramos encerrados. Si yo hacía planes, me acusaba de gastar en exceso.
Por otro lado, conocí a Andy en un foro y coqueteábamos a través del chat. Un día me preguntó si era feliz en mi matrimonio. Luego me invitó a su casa. Dije que no, pero los coqueteos continuaron. Finalmente, una noche le dije a mi esposo que iría a visitar a mi hermano, pero fui a ver a Andy.
Me sentía como si estuviera viviendo la vida de alguien más. Andy abrió la puerta y dijo: «Me da gusto que hayas venido». Caminamos a su sala y nos sentamos. No tenía idea de qué hacer, no había tenido una cita para sexo casual desde la universidad. Tuvimos una plática algo extraña, hasta que él se inclinó sobre mí y me besó. Parecía que todo mi cuerpo estaba despertando. Nos arrancamos la ropa y tuvimos sexo en su sofá. Manejé de regreso a casa sintiéndome como si hubiera hecho una travesura.
Al día siguiente, por correo electrónico descargué años de necesidades acumuladas con Andy. Quería verlo, salir con él, dejar a mi marido por él. Al poco tiempo, Andy desapareció, porque no estaba interesado en todo lo que yo buscaba. Pocos meses después, mi esposo se enteró del asunto. Me sentí aliviada. Nos divorciamos y me mudé de regreso a la ciudad. A veces hablamos, pero aún no acepta nada de la culpa y ya me cansé de tratar de convencerlo.
JAMIE, 27 AÑOS
«Siempre trabajaba»
Él era adicto al trabajo. Siempre terminaba sola en la cama por las noches. Y, cuando estábamos juntos, solo platicábamos de su trabajo, ya que pertenecíamos a la misma área profesional, lo cual hacía que pareciera que éramos un par de colegas aburridos. ¿Crees que me quedaban ganas de tener sexo después de eso? Una noche, mientras Steve estaba en la oficina, me encontré con unos amigos en un bar y comencé a hablar con Justin, a quien no le interesaba hablar de asuntos de la oficina. Me sorprendía lo mucho que me excitaba esa situación. Mis amigos se fueron y yo me quedé. Pronto, Justin y yo estábamos algo borrachos y besándonos. ¡Se sentía tan bien ser deseada!
Me quedé a dormir en su casa esa noche. A la mañana siguiente, mientras caminábamos por la calle, el trató de tomarme de la mano. Me espanté y quité la mía. Estaba preocupada de que algún conocido llegara a encontrarnos juntos. Sin embargo, no veía la oportunidad de escapar también de mi novio.
Semanas más tarde, traté de cortar a Steve. Me evadía, porque tenía trabajo que hacer. Pero cuando por fin sucedió, nunca supe si se sintió sorprendido o aliviado, aunque ahora podrá hacer lo que más quiere todo el tiempo. Yo sigo buscando más.
SHEILA, 31 AÑOS
«Me sentí como una cualquiera»
Johnny es divertido y cariñoso, pero su casa se ha vuelto un chiquero, es adicto a algunas sustancias y se rehusa a madurar; se casó joven, se divorció y ahora dice que disfruta su segunda infancia. Nos llevamos bien y el sexo es genial.
Por otro lado, está Brad. Nos conocimos en la fiesta de un amigo mutuo, comenzamos a enviarnos mensajes y nos veíamos mientras Johnny estaba en el trabajo. Es un poco aburrido, pero actúa como adulto. En una ocasión, tras beber unos tragos, tocó mi rostro y dijo: «¡Eres tan inteligente!». Casi logra que me derrita. Cuando me invitó a su casa, días después, respondí que sí.
Entré rápidamente, esperando que nadie me viera. Resulta que a Brad le gusta el sexo salvaje, aunque en ese momento no me había dado cuenta. Me mordió un par de veces y cuando le dije: «¡Auch!», él únicamente se rió y volvió a hacerlo un poco más suave.
Esto sucedió el mes pasado en mi vida: Johnny piensa que somos una pareja exclusiva, como si fuera mi novio de verano, mientras que Brad parece una aventura de adultos. Me gustaría combinarlos en un hombre que se concentre en su profesión, pero a la vez disfrute la diversión. En lugar de eso, creo que esto terminará mal. Solo es cuestión de saber en qué forma.
Fuente: Men’s Health