Seguramente te ha pasado que cuando llegas de alguna salida –ya sea caminando o en algún medio de transporte- piensas que el viaje de vuelta fue más corto que la ida. Esto es común que las personas lo noten, pero, ¿por qué sucede?
Por conocimiento
Este hecho ha sido estudiado por un equipo de psicólogos holandeses, en el que investigaron “El efecto de viaje de vuelta”, para conocer por qué las personas solían percibir que el camino de regreso era más rápido que el de salida.
Los psicólogos tenían la teoría de que, luego de conocer cómo era el camino en la ida, ya la vuelta se hacía más rápida pues ya estábamos familiarizados con la vía.
Esta teoría fue desmentida cuando sometieron a un grupo de 69 personas a realizar un viaje en bicicleta, mientras un grupo regresaba por el mismo camino en que fueron, otro grupo se devolvía por una ruta diferente. Al final, ambos grupos concordaron en que el camino de vuelta se había hecho más rápido, por lo que no había relación en si conocían la ruta o no.
Por expectativas
Luego, 139 integrantes miraron un video de cómo una persona visitaba a su amigo y regresaba, ambos viajes duraban exactamente 7 minutos, sin embargo, cuando le pidieron a los participantes calcular el tiempo de ambos viajes, obtuvieron un promedio de 9 minutos y medio de ida y 7 minutos de vuelta.
Niels van de Ven, psicólogo de la Universidad de Tilburg en Holanda y líder de esta investigación, explicó que las personas solían percibir que el viaje de vuelta era entre un 17% y un 22% más rápido, y que esto se debía a las expectativas de los viajeros.
Cuando una persona inicia su viaje, puede sentir que el viaje ha tardado más de lo que esperaba, ya sea porque estaba aburrido, tenía ansías de llegar o algún otro factor, ahora cuando le corresponde regresar, creyendo que va a volver a tener un viaje muy largo, termina por hacérsele más veloz.
Al principio, nuestras expectativas se ven alteradas por lo que percibimos el tiempo más lento que la realidad, y de vuelta, volvemos a ser engañados, pues nuestras expectativas esperan un viaje tan largo como el inicial, sin embargo –como la duración real es más corta- se nos hace significativamente más rápido.
Otra de las razones por la que el viaje de vuelta parece más corto, se debe a que en algunas ocasiones debemos ser puntuales en la llegada a un lugar, por lo que el estrés nos hace sentir que tardamos más y llegaremos tarde. En cambio, ya sin esa preocupación, el regreso lo hacemos más aliviado, y por ende, más rápido.
Ahora bien, el estudio también concluyó que cuando una persona es previamente avisada sobre que el viaje de ida será bastante largo, no tiene esta alteración del tiempo, ya que llega antes de lo esperado, haciendo su percepción del viaje de vuelta más real.
Las actividades que se realicen durante el camino así como las emociones de la persona también afecta la percepción del tiempo.
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