Nicaragua atraviesa actualmente una crisis muy profunda. Lo que comenzó Daniel Ortega en 2018 con la persecución de sacerdotes católicos se está radicalizando aún más con el encarcelamiento y secuestro de religiosos y la destrucción de iglesias. Con eso el dictador va directo al corazón del pueblo, pero lo que se pregunta el mundo en general es por qué el papa Francisco no ha dicho nada al respecto. ¿Qué espera para fijar posición ante tantos atropellos? ¿Qué se lo impide?
Algunos lo describen como silencio cómplice, otros como diplomacia, los que se dicen expertos aseguran que se trata de la influencia del arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, que quiere actuar con cautela. Lo cierto es que Francisco no solo es el líder de la Iglesia Católica, sino que a su vez es la cabeza del Vaticano, que es un Estado independiente, y eso tiene su significado también en este tipo de situaciones.
Y precisamente en este contexto, el observador permanente de la Santa Sede en la Organización de Estados Americanos, Juan Antonio Cruz Serrado, sí expresó públicamente a nombre del Vaticano su preocupación por la persecución de la Iglesia en Nicaragua en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente del organismo que se celebró el 12 de agosto. Allí 80% de los países firmaron una condena a lo que sucede en ese país en contra de la libertad religiosa. Es decir, las gestiones a nombre del Estado están hechas, aunque sea en un foro multilateral.
Por eso la gente se sigue preguntando por qué Francisco no ha dicho absolutamente nada sobre un caso que tiene desmoralizados a los nicaragüenses, que son profundamente católicos. Y por eso también los expresidentes que integran el grupo IDEA emitieron una declaración bastante fuerte al respecto. En el documento exigen una “firme postura” del Papa sobre el ataque a la Iglesia en Nicaragua y se fundamentan en la Declaración Americana de Derechos Humanos que establece claramente el derecho de toda persona a profesar una creencia religiosa y manifestarla pública o privadamente, lo que está violando obviamente Daniel Ortega.
Pero más allá de lo que pudieran decir desde expertos hasta expresidentes de Iberoamérica, habría que considerar que es posible que Francisco quiera mantener la discreción sobre su posición para tratar de obtener resultados más palpables que una simple declaración. Algunos analistas recuerdan que Benedicto XVI no enfrentó directamente a Fidel Castro y al parecer así consiguió la liberación de algunos presos políticos. Lo que sucede es que en el caso del Papa en funciones, él sí ha declarado ya que tiene una estrecha amistad con Raúl Castro, así que no queda clara su posición con respecto al régimen de la isla y mucho menos con otros gobiernos que siguen sus mismas andanzas.
Pareciera que en lo que se refiere al respaldo, los representantes de la Iglesia Católica en Nicaragua no parecen contar sino con los gobiernos de algunos países y los expresidentes del grupo IDEA. Ojalá entendieran en el Vaticano que el mundo espera su mediación para que cese de una vez por todas el acoso a los sacerdotes y los feligreses de ese país. ¡Y que no sea muy tarde cuando lo hagan!
Editorial de El Nacional