¿Por escrito?
febrero 6, 2023 6:22 am

En medio de la crisis que se vive en Venezuela, que abarca todos los ámbitos (político, social, económico), se percibe una sociedad acorralada. El ciudadano de a pie parece haber perdido toda esperanza de cambio y la gente prefiere enfocarse en acciones primarias que le permitan cumplir con el objetivo, también primario, de sobrevivir. La gente está desencantada de quienes suponía eran sus líderes, quienes, en lugar de cumplir con lo que se esperaba de ellos (que no es otra cosa que un compromiso de unidad) se enfrascan en una lucha por sus propios intereses y con acusaciones a destiempo que, además de dar pena ajena, solo benefician a quienes se supone son los contrarios, que están en Miraflores.

 

 

A diferencia de otras épocas, en este momento al venezolano común esas peleas intestinas parecen no incumbirle. “Que se maten como Chacumbele”, quizás piensen los ciudadanos, cuyos problemas son otros, aunque la causa derive de esa falta de dirección. Su asunto es que no se puede más con los míseros salarios, con la inflación, con el hambre, término duro pero adecuado si se revisan los indicadores sobre la siembra de la revolución bolivariana.

 

 

Y han decidido asumir sus propias decisiones. Los docentes, por ejemplo, están dando una clase de dignidad con su lucha. Dejaron el miedo en los salones de clase para alzar la voz y enfrentar la injusticia, o en la otra acera como insiste en decir la profesora y sindicalista Elsa Castillo. Al que no viva en el país quizás le cueste entender por qué se reconoce el coraje de unos maestros que hacen uso de un derecho establecido en la Constitución Nacional para expresar su malestar. Hay que comprender la naturaleza del régimen de Maduro, investigado en la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad, para entender el riesgo que corren.

 

 

Es enfrentarse a un régimen que no solo ha convertido a las fuerzas armadas en un cuerpo de represión, sino que además cuenta con los grupos organizados, los llamados colectivos, financiados para amenazar a cualquier ciudadano que se atreva a expresar su malestar.

 

 

El pasado enero se hizo viral la amenaza que lanzó el líder de una de esas bandas –sí, bandas, ese nombre les calza mejor– en el estado Aragua. “Sugirió” a los maestros no salir a las calles, que estaban avisados, no querían alboroto y que cualquier reclamo lo enviaran por escrito… ¿Por escrito? Se cuenta y no se cree. Si no fuera porque realmente cometen acciones delincuenciales y causan daño, sus advertencias darían risa.

 

 

“Leales siempre y traidores nunca” suelen repetir con gesto de patriotismo. Leales ¿a quién? Porque no es al país, que se cae a pedazos ante sus ojos.

 

 

Editorial de El Nacional