Productores de platos a base de trigo debieron “ponerse creativos” para resolver la falta de la materia prima. Otros rubros también están escasos.
Los precios se fueron arriba. Los pastelitos —uno de los desayunos más tradicionales de Maracaibo— pasaron, sin escándalo, de Bs. 20 a Bs. 25 y hasta Bs. 35 en algunos casos. Los pizzeros también ajustaron —hacia arriba— sus precios de venta. Que cada vez se consiga menos harina de trigo es lo que alegan como causa de estos incrementos.
La escasez se limita, como coinciden, uno y otro, sin saberlo, a los precios regulados. Quien quiera conseguir el producto debe pagar más caro por un rubro que, “entre octubre y marzo pasó de Bs. 400 a Bs. 2.500”, más del 500% de incremento, como cuenta la propietaria de una pizzería en la avenida 5 de Julio.
Pese a que productores artesanales de pan, como Tulio Becerra —de la panadería Boconó, en el sector El Tránsito—, aseguran que “las distribuidoras de harina venden solo al precio regulado y sin otros pagos adicionales”, la denuncia de que cobran un exceso que no queda reflejado en la factura siguen apareciendo entre otros consumidores que piden no indentificarse.
Tal es el caso de un productor de pastelitos de la avenida La Limpia. Asegura que la exigencia “de un cobro adicional se viene presentando desde hace mucho tiempo, en muchos de los locales que venden harina de trigo. Los afectados somos nosotros, los que compramos poco y por tanto no nos despachan desde los molinos”, explica.
“Es cierto que las distribuidoras te entregan una factura legal, pero por debajo hay que hacer otro pago”, cuenta.
“Estos negocios están en la subsistencia”, agrega. Explica que “en los mercados populares hay redes de ‘bachaqueo’ que venden el producto a Bs. 2.500 y hasta Bs. 3.000”, dice.
Un saco de harina de trigo de uso industrial trae 45 kilogramos. De ahí salen, entre 800 y 1.000 pastelitos, o 100 pizzas.
La pizzera de la avenida 5 de julio detalla que su consumo de harina es de un saco por semana. “La masa de mis pizzas es muy delgadita y por eso no necesito tanta harina. Pero eso no es lo único que ha subido. También la margarina, los huevos, la carne, el pollo, los embutidos”, relata.
“He tenido que dejar de comprar a quienes me proveían hace años por el mismo tema del aumento de los precios. Hay que meterse a los mercados a comprar, a buscar mejores precios para que el negocio subsista”, dice.
En la misma situación se encuentra otra pizzería, situada en la avenida Bella Vista. “Consumíamos hasta siete sacos a la semana, porque nosotros fabricábamos el pan que servíamos. Pero con el aumento de los precios, dejamos de hacer pan, y comenzamos a comprarlo. Ahora gastamos solo tres sacos a la semana”, asegura uno de los encargados que declina dar su nombre y se reservó el nombre del negocio.
“A principios de año incluso debimos fabricar las pizzas con unos bultos de harina de los que traen paquetes de un kilo, porque no conseguíamos la harina por saco”, manifestó.
Becerra agrega que, de suspender el despacho de harina de trigo a través de distribuidoras particulares “nos veríamos afectados todos los que no tenemos código de los molinos. Artesanales, galleteros, y pizzeros”.
Imagen referencial
Ángel Mendoza Zabala
Fuente: Panorama