«Soy un adicto a la heroína». La descarnada confesión lleva la firma de Philip Seymour Hoffman y no tuvo como destinatario a su ex pareja, que le pidió meses atrás que se fuera de su casa, o a un amigo. La frase la escuchó un completo desconocido, quien en un primer momento no reconoció al actor.
El extraño encuentro, recogido por el «New York Post», se produjo en el pasado Festival de Sundance. John Arundel, coeditor del «Washington Life Magazine», fue quien coincidió con el intérprete, le preguntó a qué se dedicaba y recibió la demoledora respuesta: «Soy un adicto a la heroína». Arundel reconoció entonces a Seymour Hoffman, quien añadió antes de marcharse: «Acabo de salir de rehabilitación».
Hoffman, sin embargo, parecía haber recaído de sus adicciones. Tres días antes protagonizó tristes escenas en un vuelo Atlanta-Nueva York. Pasó las horas previas al embarque en un bar del aeropuerto, bebiendo, fumando y, según testigos citados por el «Daily Mail», realizando frecuentes visitas al cuarto de baño. El vuelo lo pasó en estado de aparente inconsciencia, como recogen las fotografías hechas por uno de los pasajeros. Al llegar a Nueva York fue trasladado en un carrito.
En la víspera de su muerte, reconstruida por la CNN, todo parecía marchar bien hasta que su ex pareja, Mimi O’Donnell, advirtió síntomas de consumo de drogas hacia el mediodía del sábado. Previamente había acudido a una cafetería, a por su desayuno, y conversado con su asistente. Todo parecía marchar bien. Pero O’Donnell ve al actor junto a su apartamento y sospecha que ha consumido alguna sustancia.
Después de cenar con dos personas, Hoffman llama por teléfono a O’Donnell y ésta, nuevamente, teme que el actor esté bajo el influjo de las drogas. Supuestamente es el último contacto que establece el actor. A la mañana siguiente no se presenta para recoger a sus hijos. Esto activa las alarmas. Un amigo, acompañado de otra persona, acude al apartamento. Encuentran muerto al intérprete, con una jeringuilla en el brazo.
La Policía, a la espera de la autopsia, trata de determinar si Seymour Hoffman consumió un tipo de heroína, 100 veces más potente que la morfina, que deja ya docenas de muertos en Estados Unidos. Además, rastrea las últimas llamadas que efectuó en busca de algún indicio que esclarezca la muerte del actor.
Fuente http://hoycinema.abc.es/