En un momento en que el país se encuentra ante una oscura encrucijada, difícil y llena de peligros, donde saltan las sorpresas al final de cada jornada y las facciones en pugna parecen no darse tregua por controlar el poder, pequeñas luces se vislumbran lo lejos. Ciertos gestos desde el poder advierten a la opinión pública que se está incubando en el seno del régimen la necesidad de un cambio en el estilo de gobernar.
Lo cierto es que un gobierno con un presidente cuya legitimidad sigue estando en duda por una muestra muy respetable y significativa de venezolanos, no puede imponer un estilo autoritario y retador que lo lleve a deteriorar más su imagen y a minar poco a poco las precarias bases de su poder.
Le ha costado mucho a Maduro entender que si el Consejo Nacional Electoral no se hubiera apresurado en dar a conocer los resultados y puesto de relieve la mínima diferencia entre los dos contendientes, la gran responsabilidad que el difunto puso en sus manos luego de 15 años de revolución se hubieran ido por el precipicio de la historia.
De manera que Maduro y su equipo gobernante tendrán obligatoriamente que moderar sus ímpetus y abrir un compás de entendimiento con quienes hoy son sus adversarios o aquellos chavistas que se decepcionaron de él como candidato y no quisieron salir a votar.
Ayer, Alí Rodríguez, actual secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, y que ha acompañado a la revolución bolivariana desde sus inicios, conversó largamente con una periodista de la agencia francesa AFP. Sus revelaciones confirman el nacimiento de una corriente de dirigentes históricos del chavismo que se inclinan por una revisión a fondo de los errores cometidos durante la campaña y en los días posteriores. Según el análisis de Alí Rodríguez «en la campaña el candidato Maduro dedicó demasiado tiempo, en 9 (de los 10) días de la campaña, a atacar a Capriles. Lo que hizo fue ranquearlo (colocarlo en una buena posición) cuando en un tiempo tan corto tenía que plantear todos los logros alcanzados por el chavismo».
Rodríguez afirmó que hubo «fallas en las decisiones y aplicación de políticas económicas. A fin de cuentas eso es lo que le da sustento a la vida cotidiana de la gente. Hay que tomar en cuenta que la desaparición de Hugo Chávez no es cualquier cosa. El Presidente debe ocuparse de la gestión del Estado, de resolver los problemas del Estado (…) Para eso están los partidos, para enfrentar a la oposición, para organizar al pueblo». Rodríguez subrayó la necesidad de «afinar la política económica» y lograr un entendimiento con los empresarios, sobre todo los del sector alimentario. En los últimos años, los venezolanos han sufrido el desabastecimiento de distintos productos básicos, lo que ha causado un gran descontento. Rodríguez llamó al Gobierno a seguir adelante con los acercamientos, especialmente con el sector agrícola. Ver para creer.
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Editorial de El Nacional