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Penas de entre 6 y 12 años acarrea el trato cruel a niños

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Penas de entre 6 y 12 años acarrea el trato cruel a niños

El grito constante, la ofensa repetida, los puñetazos o golpes con cualquier objeto contundente a un niño o adolescente conlleva a una pena de entre seis a 12 años de cárcel. Y puede incrementarse la prisión en caso de que el agresor sea culpable de lesiones que mutilen a la víctima o le ocasionen alguna discapacidad.

 

 

Las acciones mencionadas resumen una situación cotidiana: el trato cruel.

“Puede venir de cualquier persona de mayor poder que coacciona a un indefenso”, precisa el oficial agregado Yoan Amón, integrante de la coordinación de investigaciones penales del Instituto Municipal de Lagunillas (Impol), al describir el significado y alcance de ese tipo de trato.

 

 

Ante esa instancia llegan las denuncias de vecinos, parientes o de los propias víctimas de los maltratos.

El año pasado procesaron 11 casos, y a la fecha de hoy, llevan uno con cuatro víctimas: dos niños y dos adolescentes agredidos por su propia madre. Presentaban, según el reporte ofrecido por Impol, hematomas en sus cuerpos.

 

 

“Cuando se castiga a un niño con un correazo y lo marcas, le vas a marcar la vida. Yo tengo cuarenta años, y a mí me pegaron con cables y mangueras y todas esas cosas. Muchos, gracias a Dios, psicológicamente superamos esas etapas pero hay niños que no”, reflexiona Amón sobre la situación que aún en pleno siglo XXI, y con todo el avance tecnológico, supone una materia “aplazada” para una buena parte de los padres y representantes.

 

 

Los comentarios ofensivos como el tildar a los niños de “brutos”, no llamarlos por su nombre pero sí por la primera grosería que aflora en la boca del adulto, ingresa en esa gama de crueldad.

 

 

“No solo los gritos, el jalarles por el cabello, darles con una tabla, regla, empujarlos, llamarlos despectivamente, son un tipo de trato cruel, lo que variará será la intensidad y el grado con que se ejerce, pero igual es un maltrato que se le da al niño, niña o adolescente”, plantea la abogada Eloisnest Rojas, sobre las infinitas formas de agresiones que la Lopna sanciona.

 

 

Pero lo más grave ocurre, según la jurista, cuando el agresor no considera su acto como violencia.

“Los padres a veces no ven eso como un trato cruel porque no están instruidos en la Lopna y creen que esa es la manera de hacerse respetar. Pero se les puede abrir un procedimiento a los agresores, se aparta a la víctima o es colocada con un familiar cercano que no le brinde ese trato. Pueden hasta perder la patria potestad y, si se demuestra que son ocasionantes de un trato cruel, eso se hace con exámenes forenses, o si es maltrato psicológico, con test y entrevistas en las que se puede corroborar eso, pueden ir a prisión”, explica Rojas.

 

 

En la coordinación de investigaciones de penales de Impol este año registran también otro caso, aunque la comprobación de golpes no fue evidente , como en el anterior. La abuela hizo saber la inquietud por sus nietos que están bajo el cuido del padre, por la muerte de la progenitora.

 

 

“Le dijimos a la abuela que esté pendiente. Uno de sus nietos mayores, que no es hijo del señor le manifestó varias veces que el papá los cacheteaba, y los golpeó”, refiere el oficial jefe Eduard Navarro, jefe de la coordinación de investigaciones penales de Impol.

 

 

Hacer saber la situación procede —agrega— aún siendo denunciada por un vecino, familiares, o el propio adolescente que lo indique y sea acompañado de un adulto responsable.

 

 

“Tomamos la denuncia, vemos si el niño tiene edad o coeficiente para que se le tome la entrevista, que tenga nueve o 10 años. Comprobamos lo que nos dice, buscamos un funcionario especializados para no violar sus derechos y que se sienta más cómodo. Hay que preguntarle cuándo fue la última vez que fue golpeado. Lo que da más fuerzas al procedimiento, es cuando el médico refiere un hematoma, porque es la base para explicarles a la Fiscalía y a los jueces, que hubo el trato cruel”, señala Navarro sobre el proceso seguido cuando el caso llega a sus manos.

 

 

Lo ideal, según sus palabras, sería actuar en la prevención de la violencia.

“Nos toca ayudar a castigar el delito pero hay que evitarlo”. La educación sería la clave. “La tarea de ser padres es dura pero si buscamos ayuda, o si tenemos un hijo, ‘extrovertido’, como les digo, uno trata de ampliar sus conocimientos y la forma de corregirlos”, agrega Navarro.

El oficial Amón también sugiere romper el círculo de las agresiones.

 

 

“Si le gritas todos los días a un niño, es causarle un daño psicológico. Ese infante va a crecer con eso y va a gritar a los demás porque no se sabrá expresar. Es urgente rescatar los modos de comunicación de persona a persona, de padres a hijos. No sabemos hacerlo y, a veces, el padre por sentirse fuerte los grita para hacer valer ese ‘poder’ sobre sus hijos”.

 

Hay casos con secuelas eternas, como el de una joven de 23 años, que buscó ayuda ante el servicio de policía comunal de Impol. “Vino una ciudadana del sector Las Vegas manifestando que su mamá la maltrataba a ella desde pequeña, aún lo hacía pero ahora eran sus hijas (las nietas) las que estaban recibiendo el maltrato. Se le dio las orientaciones, hay una parte administrativa y una penal, en esta última la mamá iría detenida”, comentaron el oficial jefe Moisés Sánchez y el supervisor Ender Bustamante.

 

 

La joven también les hizo saber que su progenitora “tenía problemas mentales” pero la situación le resultaba insostenible e inaguantable.

 

 

“Ella creció con maltratos y ahora su mamá maltrataba a sus hijas. Nos dijo que estaba cansada, pero que no quería que su progenitora fuera presa. Le indicamos que acá tenemos una psicóloga que viene todos los martes, después de las tres de la tarde, y que sería bueno que ella, la señora, viniera. Nos comentó que su mamá no quería nada con policías y podía ponerse agresiva; en ese caso, le hicimos saber que podía manejar su situación por el Consejo de Protección del Niño, Niña y Adolescente, donde también tienen atención psicológica”, señalaron los funcionarios.

 

 

La huella emocional de esa muchacha le permite a la abogada Rojas referir que las sanciones penales incrementan sus castigo, si existen agravantes.

 

 

“Cuando producto de ese maltrato reiterado ha habido una mutilación, ha quedado una discapacidad, trauma o hay niños que presentan por los maltratos desequilibrios psicológicos, que no se revierten, o una quemadura que deja una cicatriz, o infantes que pierden el habla, es un agravante. También puede que se compruebe que no tuvo que participación en el maltrato, pero permitió que otro lo hiciera, también ahí se suman años a la pena”, precisa la abogada.

 

Fuente: Panorama

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