“Este año vamos a 2 millones de barriles diarios llueva, truene o relampaguee. Este año recuperamos la producción petrolera de la mano de la clase obrera”. Eso lo dijo el presidente chavista en marzo de este año. Parece que más pudieron la lluvia, los truenos y los relámpagos. A pocas semanas de terminar 2022, no hay manera de que Petróleos de Venezuela levante la producción, que de acuerdo con expertos se mueve entre 630.000 y 700.000 barriles diarios. Bien lejos de la meta de Nicolás Maduro.
La clase obrera es la primera que se queja. Y no es para menos. La mayoría de los campos petroleros están abandonados. No hay ni siquiera mantenimiento regular, los taladros están detenidos, y cuando se ponen en funcionamiento, los accidentes son frecuentes. Daniel Delgado, líder sindical del campo petrolero de Tía Juana, aseguró que de 110.000 trabajadores que tenía la empresa hace una década quedan 60.000, según un reporte de la agencia Reuters.
Los trabajadores petroleros están frustrados. Ya no son la fuerza que mueve al país. Muchos pasan hambre y necesidades, pero esto parece no importar a Miraflores, que lo poco que produce lo entrega para cancelar deudas como las que tiene con Repsol y Eni. Ni siquiera Irán puede salvar la producción, porque los componentes que mandan se usan mayoritariamente para la gasolina que se requiere para el consumo interno.
Y si bien es cierto que parte de esta paralización se debe a que Venezuela no puede comerciar con el petróleo debido a las sanciones, la verdad es que la declinación de la industria viene ocurriendo desde 2013, aproximadamente. Lo que puede vender por fuera Pdvsa lo está colocando con un descuento de hasta 45% en el precio. De acuerdo con cifras del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, la producción anualizada para 2022 no llegará a los 700.000 barriles diarios.
El mismo estudio del equipo de la UCAB asegura que Pdvsa debería invertir por lo menos 7.000 millones de dólares si quisiera reactivar algo de la capacidad instalada y con esto aumentar la capacidad productiva en alrededor de 17% para 2023, pero eso no se ve en el panorama, mucho menos cuando se lee en el despacho de Reuters que las empresas mixtas están abandonando los campos.
¿Cómo pretende entonces Maduro ofrecer a Venezuela como proveedor seguro de petróleo en este momento de crisis mundial? Nada parece indicar que le interese mucho recuperar parte de lo que hizo a Pdvsa grande. Y lo peor de todo es que sigue manteniendo los acuerdos caníbales como el de Cuba, país al que le manda diariamente barriles a cambio de nada.
Pareciera que no hay nadie dispuesto a revertir esta debacle, pero aunque el uso de combustibles fósiles esté cuestionado a escala mundial, es un crimen que Venezuela deje perder uno de sus mayores logros. Hace falta un equipo que ponga los intereses del país antes que los propios y vuelva a hacer de Petróleos de Venezuela una empresa de la que los venezolanos pueden estar orgullosos.
Editorial de El Nacional