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Partida de ajedrez

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Partida de ajedrez

 

 

Convengamos que el  23 de octubre comenzó otra partida. La anterior duró casi un año desde principios de noviembre pasado hasta el domingo 22 de octubre. Se inició  jugando en un clima de desconfianza, amenazas e incertidumbre. Y, aun así, se ganó. Una victoria en la que poco se creía hace nada. En 10 días transcurridos desde entonces las piezas se han movido con cautela y precisión, a las casillas que corresponde y sin arriesgar el posicionamiento estratégico. El jaque mate del 22 renueva el ánimo, pero esa  partida se acabó -no sus «múltiples efectos»- y abrió paso a otro tablero.

 

 

El genio José Raúl Capablanca -campeón mundial de ajedrez entre 1921 y 1927- dejó una frase, entre tantas, que vale tomar en cuenta para esta nueva etapa: «Ha habido momentos en mi vida en los que estuve muy cerca de pensar que no podía perder ni una sola partida. Entonces resultaba vencido y la derrota me obligaba a descender a tierra desde el mundo de los sueños».

 

 

Este grandísimo maestro de la estrategia decía, también, que lo fundamental era ser coherente. Si un jugador -un político o un conjunto de fuerzas políticas, en el caso que nos atañe e interesa- ha elaborado «un plan correcto» debe llevarlo a cabo «rigurosamente». No hay espacio ni para la improvisación ni para el apresuramiento, tampoco para la euforia. La partida es larga.

 

 

Una parte de ese plan se ha cumplido. Era necesario inyectar confianza. Era indispensable salir de las peleas intestinas hablándole al país. Y era urgente un relevo, como machaconamente pregonó María Corina Machado, ganadora por aclamación de los votos el domingo 22, con respecto al surgimiento de un nuevo liderazgo político.

 

 

Triunfó la coherencia y la aplicación de un plan, ejecutado con rigurosidad, a varias bandas. Por un lado, la insistencia de la candidata ganadora en el carácter desafiante de la primaria -en la que la acompañaron otros candidatos-, y, por otro, el rol mesurado, imparcial y firme de la Comisión Nacional de Primaria, a la que hoy una buena parte del país reconoce su impecable tarea.

 

 

María Corina Machado ha señalado cuatro ejes del plan que debe ejecutar esta partida iniciada el 23 de octubre: uno, la gestación de un «gran acuerdo nacional» de todas las fuerzas -comunitarias, civiles, gremiales, sindicales, sociales, religiosas, empresariales y partidos políticos-; dos, la construcción de un aparato electoral «sin precedentes» para la integridad electoral;  tres, el acercamiento a actores fuera del país que incluye gobiernos cercanos a la causa democrática, pero también aquellos que ideológicamente han jugado a favor del régimen y actores financieros con intereses en Venezuela; y cuatro, la atención del proceso de negociación que estableció compromisos para el desarrollo y cumplimiento del cronograma electoral.

 

 

Una gran partida con tableros simultáneos. Más los que surjan, como el del anunciado referéndum del Esequibo, previsto para el 3 de diciembre –a poco más de un mes- que requiere una pronta respuesta y línea política del ámbito opositor para mover con certeza las fichas.

 

 

El azerbaiyano Garri Kaspárov -considerado uno de los mejores ajedrecistas de la historia, y enemigo declarado del señor Putin-  sostiene que el ajedrez aporta memoria, visión espacial, intuición y resolución creativa de los problemas. Y él sabe cómo ganar. De todo eso y más vamos a necesitar para el rescate de la democracia en Venezuela.

 

Editorial de El Nacional

 

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