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Parejas alternativas: otra forma de entender una relación

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Parejas alternativas: otra forma de entender una relación

 

El matrimonio sigue siendo la opción mayoritaria en nuestro país, aunque por poco, sólo un 57%, según datos del Instituto de Política Familiar (IPFE).

 

 

 

En este alud de cambios sociales, personales y familiares, el esquema tradicional de pareja y la formación tradicional de una familia se tambalean. Ya no sólo por la composición de ambas instituciones, que pueden ser de lo más heterodoxas y más o menos comprometidas oficialmente, sino por el espíritu de la pareja en sí que, en muchos casos particulares, ha evolucionado.

 

 

 

Abducidos por el amor-posesión que quiere redimirse a costa del otro y que siempre tiende a monopolizar al amado, a veces no nos damos cuenta de que hay otras posiblidades. Aparte, claro está, del amor-control que lleva la desconfianza y los celos hasta el extremo y se basa en asfixiar al otro con continuos requerimientos y reproches y continuas peticiones de demostraciones de amor. Me refiero a posibilidades más libres, más igualitarias, basadas en la confianza.

 

 

 

Por una concepción del amor basada en la posesión total del otro, podemos caer en la tentación de medir el amor por el hecho de que el otro sólo tenga ojos para nosotros. Y amor y deseo no son lo mismo, ni de lejos.

 

 

 

De forma bastante irracional, tendemos a identificar el amor con la fidelidad sexual, cuando hay deslealtades e infidelidades mucho peores, más hirientes y más traidoras que un simple día, momento o noche locos que no tienen mayor trascendencia. Al menos para las personas que viven con otro estilo de amor.

 

 

 

¿Qué pasa si se da libertad sexual a la otra persona? ¿Qué sucede si se considera que el lazo de amor, compañerismo, complicidad y confianza es lo bastante fuerte y profundo como para no tener celos por una relación sexual casual? ¿Qué pasa si se confía tanto en el otro que no se le da importancia a la fidelidad sexual?

 

 

 

Según cuentan muchas personas inmersas en otro estilo de vivir la relación de pareja, pasa que la pareja se refuerza, es más cómplice y amiga. Quizá esta parejas pongan en práctica el dicho: «si tienes un pájaro debes dejarlo volar. Si vuelve: es tuyo; si no, es que nunca te perteneció».

 

 

 

Las dos grandes tendencias de amores alternativos son las parejas abiertas y las parejas swingers.

 

 

 

Libertad sexual, lealtad emocional

 

 

 

Las parejas abiertas se dan libertad para vivir experiencias sexuales con otros. La única condición es no mantener una relación de pareja paralela con enamoramiento y proyectos de futuro, sí se aceptan, en muchos casos, «romances» de corta duración o relaciones basadas en el sexo. Depende de los casos y de los pactos previos, los componentes de la pareja se lo cuentan o no.

 

 

 

Tanto en un caso como en otro, las personas que viven este tipo de amor aseguran que un escarceo de vez en cuando revitaliza la vida sexual común, que le da picante (sobre todo si se lo cuentan…) y que les hace sentirse más atractivos, por la atención recibida por otra persona, y, por otro lado, más cercanos y enamorados de su pareja; que el sexo con otros les ayuda a valorarla. El compromiso es que la pareja que vuela siempre volverá al nido, aunque, evidentemente, somos humanos y a veces se pueden producir algunos fallos.

 

 

 

Complicidad sexual

 

 

 

Los integrantes de las parejas swingers no actúan por cuenta propia. Viven un estilo de vida en el que el intercambio de parejas formas parte de su sexualidad y en el que participan ambos: no vale quedar sin el conocimiento del otro. El sexo se disfruta como cualquier otra actividad social. El intercambio puede ir desde el soft swinger, en el que solo hay besos y caricias con la otra pareja y luego cada uno se retira a lo suyo o espera a llegar a casa, hasta el intercambio total, con penetración.

 

 

 

El mundo swinger se presta a la fantasía, con todo tipo de posibilidades, fiestas y locales orientados a que las parejas se conozcan y entablen relación. Algunas parejas van sólo a los locales y a las fiestas a mirar porque les excita ver a otras parejas; otras consideran que el sexo oral es el límite a donde desean llegar; a algunas no les gustan el intercambio en público y prefieren quedar con una pareja para conocerse y que todo fluya hacia donde tenga que fluir y otras más desean que sea la mujer la que disfrute de las atenciones del hombre de la otra pareja mientras el propio mira. Imagina todas las combinaciones posibles y seguro que hay parejas que las disfrutan.

 

 

 

Las únicas «prohibiciones» comunes son enamorarse de otra persona o quedar a escondidas de la pareja. Los swingers argumentan que su estilo de vida es otra forma de disfrutar de la sexualidad, con la complicidad de la pareja. Separan el sexo del amor y crecen como pareja compartiendo diferentes experiencias y vivencias, incluidas las sexuales, que sirven de complemento y condimento para su amor.

 

 

 

La sexualidad humana es compleja y vive en la fantasía. Cada pareja, sea liberal, swinger o fielmente tradicional, es diferente y debe encontrar sus propios caminos. Al fin y al cabo, todo son pactos.

 

 

cosmopolitan.es

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