Estoy en casa con mi familia. Solo pido a Dios no requerir oxígeno de emergencia. Ese tumor cerebral a veces me deja sin aire. Necesito operarme.
Luis Polanco
Paciente
Necesito las prótesis lo más pronto posible. La gente y fundaciones han colaborado, pero aún así no llego a esa cifra. El daño será fuerte.
América Yánez
Paciente
Somos de Araure y se pasa más trabajo. Es mucho dinero a diario con tanto remedio. Ojalá operen pronto a mi hermano de sus piernas.
Luz Mendoza
Familiar
Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.
Los pacientes que requieren una cirugía viven una tortura camino al quirófano pues la crisis golpea el bolsillo a la hora de comprar los insumos preoperatorios. Meten sus manos en esa maleta de insumos incompleta, porque el tiempo les hace la mala jugada. Se prolonga y elevan más los precios de los implementos que deben conseguir, todo lo consiguen por la caridad de allegados o fundaciones, porque las cartas de entes gubernamentales siguen en silencio. Gastan más de $ 1.000 en tratamientos, exámenes e insumos, mientras esperan varios meses por su operación y su salud se deteriora, al punto de perder facultades y a riesgo de la amputación de alguna extremidad.
El brazo y pierna derecha casi se le paralizan por completo a Luis Polanco, ya ni puede sostener con la mano e implora a Dios que no se le repita la dificultad para respirar, porque debe tener a la mano una bombona de oxígeno, cuyo precio se estima en $100. Desde el 8 de febrero está en su casa en Andrés Eloy Blanco de Barquisimeto, tras abandonar el hospital Antonio María Pineda. Estuvo 4 meses recluido y aún no había el cupo para UCI, necesario para su postoperatorio del tumor cerebral. Un caos que fue denunciado por La Prensa ante los 11 pacientes hospitalizados en neurocirugía que esperaban por un cupo en UCI.
«Se pierden las esperanzas y te sigues descompensando», señaló al reiterar que en ese lapso vio morir a 6 pacientes, incluyendo a un menor de 17 años con diversidad funcional. Una decisión que tomó pese a la insistencia del personal médico de abandonar por su complicado estado de salud. Pero solamente sus esperanzas estuvieron más cerca, cuando le raparon el cabello, el cual ya creció y al mismo tiempo aumentaban sus dolencias, además de las limitaciones para la familia. A sus parientes les costaba hasta ir a visitarlo y llevarle la comida, para reforzar con la administrada en el hospital. No tenían el efectivo para pasajes y era más limitado en las semanas de cuarentena radical.
Revisa su bolsa de insumos y agradece lo que ha conseguido por donaciones. Tiene la esperanza que lo intervengan en Guanare, pero debe alquilar el equipo craneotomo a un valor de $ 1.600. Ya han rifado todas sus herramientas y máquinas para soldadura, con las cuales trabajaba. Venderlas, implicaba «rematarlas» a precios impuestos por quienes se aprovechaban de la premura de esta emergencia. «Es fuerte para mantener la fe, cuando ni siquiera puedo reunir vendiendo mi camioneta», se lamenta sabiendo que le baja el valor, porque debe armarle el motor. Pero será un gran alivio para alquilar este equipo y terminar de comprar los insumos.
Al llegar al sector Cruz Blanca, está la artista plástico y maestra América Yánez. Será operada en el hospital central, pero aún no ha podido comprar las dos prótesis e implante para corregir las vértebras que presionan su médula, luego de su caída a principio de 2020. Cuestan entre $620 a 800, además del aproximado de $800 entre insumos y tratamientos. Dependencias de la Alcaldía de Iribarren y la gobernación de Lara no responden sus solicitudes de ayuda y mientras tanto el collarín no corrige. Las dosis diarias del analgésico pregabalina son una renta muy costosa, porque gasta Bs 15 millones en un poco más de una semana.
Su dolor es constante y se funde con la impotencia de quedar incapacitada, sin poder dedicarse a la plástica, talleres de dibujo infantil y a las tareas dirigidas impartidas en su casa, como una alternativa frente a la pandemia. «Esta angustia es insoportable y más considerando que no tiene ningún ingreso», susurra y baja la mirada, al recordar que su vista se pierde por momentos, además que su mano derecha no tiene el mismo control y el dolor se hace más intenso en el hombro. Le molesta estar mucho tiempo sentada y acostada. Todo es una fatiga y limitación, al punto de solo poder llevar el sol de final de la tarde, desde los rayos que traspasan su ventana a la sala. Ir al porche es una tortura, porque debe bajar lentamente los 20 escalones. El mínimo tropiezo compromete las pocas facultades que aún mantiene. No se doblega y tiene fe por su operación.
Foráneos más preocupados
Desde el 15 de febrero está recluido Giovanni Mendoza, quien fue remitido del hospital de Araure. Iba de parrillero en una moto y sufrió un accidente, se fracturó las piernas, además de severa inflamación del cerebro. No será intervenido hasta que se estabilice y mientras tanto su hermana y esposa tienen que «parir» el dinero para costear el tratamiento diario.
Cuenta Luz Mendoza que deben tener 4 ketoprofeno al día, siendo Bs 12 millones. Además de los $ 16 para el anticoagulante Clenox. «Es que hasta el adhesivo es un platero, en Bs 9 millones. Ya no encontramos qué hacer», señaló y recordó que el kit para los concentrados de sangre costó $5, mientras el unificador para el oxigeno en $ 14.
No pegan ni un ojo, porque apenas se turnan para dormir por horas frente a la entrada de la Emergencias. Tampoco cuentan con familiares en Barquisimeto y un señor conocido les habló de una casa hogar cercana al hospital, donde les permiten bañarse y hasta descansar un poco. Ellas se turnan para no descuidar al paciente.
Saben de la existencia de una sala de espera, pero prefieren estar atentas a cualquier llamado. Les ha tocado salir caminando a medianoche a buscar farmacias de turno, para conseguir algún medicamento de última hora. Perdieron la cuenta del gasto.
Rebotes y a media
Agradeció la atención inicial en el hospital Pastor Oropeza. Le salvaron la extremidad que estuvo a punto de ser amputada. Pero luego a Rosanna Crespo le fue postergada la operación, incluso casi lista para ingresar al quirófano. «Tuve que recurrir a un contacto desde Caracas para ser intervenida en el hospital militar José Ángel Alamo», dijo esta larense, miembro del cuerpo de bomberos universitarios.
Fue intervenida la semana pasada y estaba esperando desde finales de diciembre de 2020. Confirma que entre medicamentos e insumos gastó $ 950, además de las placas y 7 tornillos que le incorporaron en el tobillo que los pagó en $ 350.
«Realmente se sigue gastando y todo sube a diario», rezonga y agradece la colaboración de sus compañeros de trabajo, familiares y amigos que aún mantienen abierta la campaña de colaboración, porque debe continuar con su proceso de recuperación de fisioterapia. Otro gasto que se remite a la atención en centros privados, debido a las limitantes de estas áreas en el sistema de salud público. Dentro de poco le retiran el yeso y comienza a buscar sus terapias.
Prensa de Lara