Vanesa Elena Abreu está a punto de dar a luz su cuarto hijo. Admite que pese al gran esfuerzo que ella y su familia hizo para mejorar su alimentación durante el embarazo, no fue suficiente.
Comprar el calcio, vital en mujeres en gestación, se le complicó por su costo. «Con mi primer hijo, hace 11 años, ni me preocupaba por ese tema, el sueldo alcanzaba, hoy día ni en sueños», puntualiza.
La mayor dificultad de los guariqueños, según la más reciente encuesta del Observatorio Venezolano de Seguridad Alimentaria y Nutrición (OVSAN), es la falta de ingreso para comprar los alimentos. El 81% de los consultados manifestó que aunque los abastos y supermercados están surtidos, no tienen como comprar.
La joven de 28 años vive con su madre, esposo e hijos en San Juan de los Morros, capital del estado Guárico, zona agrícola que le facilita el acceso a alimentos básicos como la leche.
«Gracias a que mi papá trabaja en una finca y trae leche de vaca es que los niños a veces toman, porque las bolsas CLAP ya no la traen», agrega la joven madre.
Como la mayoría de las familias guariqueñas, la de Vanesa intenta hacer las tres comidas al día. Cuando no alcanzan los alimentos, sacrifican sus porciones para que sus niños de 11, 8 y 3 años puedan alimentarse mejor.
«Es muy triste que un niño se acueste sin comer, que no tenga sus tres comidas diarias, un niño no aguanta lo que un adulto» agrega.
Indica que han dejado de comprar ropa y otros artículos para el nuevo bebé para poder adquirir los alimentos básicos del día a día.
Además de caminar largos trayectos para «comprar más barato», Vanesa reconoce que ha tenido que hacer «trueque», es decir, intercambiar alimentos con otros vecinos.
El estudio de OVSAN reveló que está zona del país el 88 % refiere que visitan diferentes sitios en busca de mejores precios; el 51 % se traslada al sitio de abastecimiento caminando, por lo tanto, se ahorran el costo del pasaje.
Vanesa espera que mejore la situación económica del país para que sus hijos tengan un futuro mejor. «Ya uno vivió, uno piensa en el futuro de ellos, que no pasen tanto trabajo como el que ha pasado uno. Que puedan estudiar y prepararse».
Agrega que la pandemia complicó no sólo el acceso a los alimentos, sino desmejoró la calidad de la educación de los niños. «Siento que mis hijos no han aprendido nada», puntualiza.
Por lo pronto espera alimentar al bebé que está por llegar con leche materna, mientras reza para que los ingresos de su esposo aumenten y pueda garantizar la comida de su familia.