Ya son varias las fuentes que insisten en el retorno a la “mesa de diálogo”. En algún momento Nicolás Maduro dijo estar dispuesto a regresar y ahora la oposición, a través de Gerardo Blyde, asegura lo mismo. Sin embargo, siguen sin comunicar directa y claramente el objetivo de estas conversaciones.
Y esto es precisamente lo que más nerviosismo crea, porque estas reuniones con representantes del gobierno chavista lo que parecen es una manera de “comprar tiempo”, como dicen los estadounidenses. Pueden pasarse meses entre un encuentro y otro, invocando un famoso “memorándum de entendimiento”, sin que se resuelvan las cosas más urgentes del país.
Y pareciera que por allí va la cosa, sobre todo cuando se lee lo que opina Blyde de la reanudación de las reuniones: “Es responsabilidad de la dirigencia buscar soluciones, no podemos seguir con el cuento de que con dictadura no se negocia. Aquí se levantan todas las sanciones mañana y Venezuela seguirá siendo un país quebrado, lamentablemente. Si aquí no se logra un pacto de convivencia no hay sanción quitada que valga”.
La anterior afirmación tiene cosas positivas y negativas. Por lo menos se supone que el bloque que negocia del lado de la oposición tiene claro que el levantamiento de sanciones en nada contribuiría a la mejora de la situación del país. El gobierno chavista no ha dado jamás muestras de querer rectificar rumbos o enderezar entuertos; no tienen intenciones de tomar medidas que mejoren la economía del país o la situación de los venezolanos, así que está claro que las medidas que ha aplicado Estados Unidos y la Unión Europea, además de otros países, en contra de individualidades del chavismo no tienen nada que ver con la solución de la crisis.
Eso está bueno que lo tengan presente, pues los negociadores encabezados por el presidente de la Asamblea Nacional chavista lo que quieren es el levantamiento de estas medidas sin entregar mucho a cambio, y es allí donde viene lo negativo del mensaje de Blyde, pues habla directamente de la necesidad de lograr “un pacto de convivencia”. ¿Qué es lo que tienen como meta los supuestos opositores? ¿Acordar con el gobierno chavista las reglas de la cohabitación? Eso no es precisamente lo que solucionaría la crisis humanitaria compleja que viven los venezolanos.
¿Por qué se plantean “convivir” con un gobierno ilegítimo que obviamente no tiene planes para sacar al país del foso en el que lo lanzaron? ¿Pueden los venezolanos pasar más tiempo con los actuales ocupantes de Miraflores dirigiendo las finanzas del país? ¿Ese es el objetivo de estas negociaciones? Está bien, se puede suponer que sin una negociación no hay solución a la crisis, ¿pero lo que buscan es definir las reglas de una especie de concubinato para seguir cada quien en lo suyo?
¿Será que Blyde no pensó bien lo que decía? La única motivación para sentarse a la mesa una vez más con la delegación chavista debe ser la definición de unas elecciones generales transparentes y democráticas, con todas las garantías necesarias para ser creíbles y que les permita a los venezolanos realmente escoger el rumbo del país. Nada de “convivencia”, no hay tiempo para eso.
Editorial de El Nacional