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Otra derrota rojita

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Otra derrota rojita

 

La Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, que se celebra en Charleston, Carolina del Sur, pasará a la historia como uno de los momentos más resaltantes de la lucha de la Venezuela democrática por restablecer la plena vigencia de la libertad de prensa en nuestro país.

 

 

Pero no es solo eso, también esta asamblea reclamará un lugar fundamental en la memoria de la SIP por haber logrado colocar en el escenario internacional y sentar en el banquillo de los acusados a la cúpula de un gobierno que, por su propia naturaleza ilegítima y aventurera, ha venido atropellando el derecho de los ciudadanos de estar informados sin interferencias ni acosos.

 

 

Desde su llegada al poder tanto los civiles de seudo izquierda como el minúsculo núcleo de militares admiradores de las corrientes golpistas latinoamericanas no han soñado con otra cosa que alimente mejor sus ansias de poder que hacer desaparecer la prensa independiente, perseguir y arruinar a los editores y dueños de medios, cerrar periódicos, radioemisoras y televisoras, dejar sin trabajo a decenas de periodistas y lanzar a la calle y a la miseria a centenares de empleados y obreros.

 

 

Es tal la mediocridad de la cúpula gobernante que no han sido capaces de establecer una discusión pública, seria y profunda, sobre sus propios objetivos políticos y económicos. Se mueven en un mar de necedades aprendidas, de consignas ramplonas y de loas a los “héroes” que se han ido. Han quedado huérfanos de líderes y de ideas, errantes en la propia oscuridad de su ignorancia.

 

 

Deberían acudir, si fueran valientes, a una asamblea de la SIP y demostrar la validez de sus ideas, explicar su proyecto renovador y revolucionario y convencer con razones de peso de que los medios independientes deberían incorporarse a esa maravilla que es el socialismo del siglo XXI.

 

 

No lo harán porque lo que han mostrado hasta ahora no es periodismo ni nada que se le parezca. No informan sino deforman, no educan sino que siembran un fanatismo ramplón y mucho menos entretienen sanamente porque para divertirse es mil veces mejor mirar una película de Cantinflas que aguantarse a un militar haciendo payasadas y contando chismes de la vecindad.

 

 

¿Es esta la televisión del socialismo del siglo XXI? Desde luego que no y lo dicen hasta los chavistas que sienten vergüenza al ver que sus “líderes” en vez de trabajar para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos se han metido a “estrellas de televisión”, cada uno con su programa, uno peor que el otro. ¿Alguien podría decirles que ese mensaje tan redundante, persistente y obligatorio termina por rebotar contra ellos mismos?

 

 

Viendo la magnitud y lo oneroso de su fracaso comunicacional, no les ha quedado más camino que perseguir a los buenos periodistas, expulsarlos de las páginas de los diarios, de las pantallas de TV y de los micrófonos de las radios, abrir juicios descabellados contra  22 directivos del diario El Nacional, del semanario Tal Cual y del sitio web La Patilla. Qué estupidez.

 

Editorial de El Nacional

 

 

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