Culpable sin pruebas. Esa fue la sentencia que el 11 de marzo suscribió el juez noveno de Distrito de Juicios de Managua, Luden Martin Quiroz García, en el caso que se le sigue a Cristiana Chamorro, Pedro Joaquín Chamorro, Marco Fletes, Walter Gómez y Pedro Vásquez en Nicaragua. ¿Su único delito? Oponerse a Daniel Ortega y tener la valentía de plantearse entre los nicaragüenses como una opción electoral diferente.
Cristiana y Pedro Joaquín son hijos de la expresidenta Violeta Chamorro. Su notoriedad y su carrera política la han forjado sobre la base de la de su madre y su padre. Todos los detenidos forman parte de la Fundación Violeta Chamorro, que durante años se ha dedicado a la promoción de la libertad de prensa y la formación de periodistas. Nada más peligroso para un seguidor del chavismo en cualquier parte del mundo, y a imagen y semejanza de la escuela que es la Venezuela roja, Ortega se ha dedicado a borrarlos del mapa, como hizo Chávez y como hace Nicolás Maduro por estos lados.
Cristiana es periodista y aspiraba a la presidencia de Nicaragua para las elecciones de noviembre de 2021, cuando Ortega salió “reelecto”. Claro, para ello, entre otras trampas, detuvo a 7 candidatos junto con otros 39 opositores. Y aunque en el caso de la hija de Chamorro se trata de prisión domiciliaria, el expediente que le fabricaron la acusa a ella y a la fundación de lavado de dinero.
Las irregularidades de este proceso comenzaron el mismo día de la detención, pues los agentes policiales de Ortega no tenían orden judicial ni para llevárselos ni para ocupar sus bienes. Tampoco les dejaron hablar con su defensa ni sus familiares. Los mantuvieron incomunicados por semanas y pasaron meses antes de ser llevados a la audiencia preliminar. Todo eso va en contra de la Constitución y las leyes de Nicaragua, pero eso no detuvo el atropello, pues la intención desde el inicio fue neutralizarlos por completo.
Así dice la receta del chavismo-madurismo. Para acabar con la oposición hay que usar todos los medios, incluyendo el judicial, que debe estar sometido a la voluntad del mandamás. En este caso, el juez sentenció ignorando todas las actuaciones de la defensa y la carta magna para decidir una condena en menos de 30 minutos de un proceso que lleva 9 meses.
Ortega es un alumno aventajado de Chávez y sus sucesores. Tiene encerrado en su puño totalitario el sistema judicial de su país, y por supuesto su objetivo es enmudecer a la prensa independiente; con los opositores el tratamiento es sin piedad para eliminarlos de cuajo. De esta manera, y si sigue al pie de la letra la receta del gobierno rojo de Venezuela, permanecerá en el poder hasta que le dé la gana.
El peligro de que esta receta se replique en otros países es real. La expansión del sistema cubano-venezolano es como la de un virus. Basta que salga un gobernante que se crea con derecho de gobernar a su antojo y para siempre, para que ponga en práctica la fórmula y acabe con la democracia de cualquier país.
Está de más decir que esto debe ser detenido. Los luchadores como Cristiana Chamorro y sus compañeros de la fundación deben ser liberados, pues se ha demostrado que las pruebas que les fabricaron son falsas, pero además, porque su existencia como opositores a Ortega es vital para tratar de que no se repitan ni los 60 años de Cuba ni los 20 de Venezuela.
Editorial de El Nacional