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¿Votar o no votar por Maduro?

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¿Votar o no votar por Maduro?

 

 

 

Muchos amigos y medios internacionales me han pedido analizar la situación electoral en Venezuela. En particular, me pidieron contestar las siguientes preguntas:

 

 

1) ¿Son legítimas o ilegítimas las elecciones del domingo en Venezuela?
Las elecciones son ilegitimas, porque no existen las condiciones básicas para que los ciudadanos puedan tomar decisiones razonadas sobre el proceso y los candidatos electorales. Esta deficiencia estructural existe en varios ámbitos claves.

 

 

 

1. Se requiere un entorno socio-económico estable que permite a la población concentrarse en la contienda electoral y ponderar las opciones que se presentan. Con una hiperinflación de más del 10,000 %, una ausencia de medicinas y alimentos generalizada para las mayorías, una reducción del PIB en el último lustro de alrededor del 45%, una emigración económica de más de un millón de personas, y una muy alta tasa de criminalidad, esas circunstancias socio-económicas no están dadas.

 

 

 

2. Elecciones sólo tienen sentido cuando los candidatos representan alternativas viables de política pública progresista ante los grandes problemas de la nación y de los ciudadanos. Ninguno de los dos bandos –o bandidos– de la «oposición» cumple con esta condición. El oportunista ex chavista Henry Falcón y el oscurantista «evangélico» Javier Bertucci –los dos candidatos de mayor preferencia electoral de la «oposición»– van a ir con el FMI para recomponer la economía. Las condiciones draconianas que pondrá el FMI para dar su infame Paquete de Ajuste Estructural, harán palidecer las condiciones que la institución impuso a Grecia en su momento, porque Venezuela no es parte del Primer Mundo y tiene cero poder de negociación. En consecuencia, las condiciones infernales en que vive actualmente la mayoría de los venezolanos, empeorarán drásticamente. De hecho, ni Falcón ni Bertucci tienen un programa para regresar el país al camino del desarrollo sustentable. La dolarización y el FMI de Falcón y la «salvación del país a través de la fe», del Rasputín pentecostalista, son el mismo proyecto: entregar la soberanía de Venezuela a Washington y el gran capital occidental.

 

 

 

 

El otro ala del espectro político, que representa Maduro, igualmente no tiene ningún programa realista ni creíble para salir del desastre económico que ha creado. Venezuela necesita un Plan Marshall para salvarse, pero la mafia usurpadora de Miraflores no tiene cabezas para diseñarlo, ni acceso a los circuitos financieros internacionales, que podrían costearlo. Desconocidas las elecciones de antemano como «ilegales», por los centros de poder occidental, será imposible que –«ganando» Maduro– consiga los recursos para el ajuste estructural necesario del sistema económico. Sin Occidente y sin China, la elección se realiza, por así decirlo, en un catch-22, donde no hay solución electoral alguna para salvar a la economía. De ahí, que la promesa de Maduro, que si gana las elecciones, llevará a cabo «una revolución económica que sacudirá al mundo», no es más que una patética mentira. Ninguno de los candidatos tiene un proyecto económico viable. Por eso, ninguno sirve para ser presidente.

 

 

 

3. El régimen de Maduro se basa en la mentira (de la guerra económica), las bayonetas de los generales faccionistas Padrino López y Néstor Reverol (represión militar), la monopolización de los dólares y la dependencia asistencialista generalizada cual medio de control socio-político, financiada con ellos (Carnet de la Patria, CLAP). La combinación de esos cuatro factores ha creado una clientela electoral cautiva para el gobierno, por una parte; y un ambiente generalizado de desmovilización, frustración, incertidumbre y tendencia hacia el abstencionismo, por otra. En ese ambiente, el debate público racional y transparente que es una precondición imprescindible para facilitar la conciencia ciudadana cual precondición del voto razonado, no se ha podido dar. La situación de manipulación sistemática de la información y del razonamiento electoral, muy semejante a la que prevaleció en Estados Unidos en la última contienda presidencial, hace imposible cumplir en Venezuela con el mandato de una votación nacional democrática que exprese la soberanía popular mayoritaria.

 

 

 

2) ¿Fracasó la oposición en su intento por derrotar a Nicolás Maduro o el Presidente venezolano les pasó por encima?

 

 

 

 

Las dos cosas. Era –y es—un conflicto entre la vieja clase política y la nueva clase política, que se formó durante los primeros años del Chavismo. Dos fracciones de la clase política, con iguales carencias éticas y compromisos populares, se enfrentaron, como dos mafias del barrio que procuran controlarlo. Mostraron ser más eficientes en la guerra callejera y sucia, al igual que en los pleitos de superestructura (parlamento), las cohortes de Maduro/Cabello, que las de las viejas élites políticas.

 

 

 

3) ¿Se radicalizará aún más el gobierno de Maduro tras los comicios o está condenado en el corto plazo?

 

 

 

Está condenado a colapsar relativamente pronto, por el aislamiento internacional y latinoamericano. Para impedirlo, se volverá más represivo, implementando la llamada «reforma constitucional» e imponiendo el llamado «Estado comunal», que es, esencialmente, el Estado de Mussolini con control total del centro del poder, bajo el disfraz de un régimen popular revolucionario de nuevo tipo.

 

 

 

4) Finalmente Maduro se salió con la suya en cuanto a la realización de elecciones ¿Esto demuestra el fracaso o el escaso peso de los organismos internacionales y regionales?

 

 

 

Sin duda, que Maduro salió triunfante de las turbulencias políticas de la era post-Chavez, tanto a nivel del Partido como en cuanto a la estructura nacional de poder. Hay que tomar en cuenta, sin embargo, que se aprovechó de una coyuntura internacional que le benefició de múltiples maneras. En primer lugar, el bolivarianismo hemisférico que construyó Hugo Chávez con Lula, Fidel y Kirchner, le sirvió en su momento como paraguas protector al Madurismo. Sin embargo, esto se acabó ya.

 

 

 

En segundo lugar, las crisis mundiales en Corea, Medio Oriente y Europa oriental, desplazaron el conflicto de Venezuela a segundo y tercer plano. De todas formas, el imperialismo occidental sabe que la caída del régimen es inevitable, de ahí que no le importa, si sucede un año antes o después. Es decir, la intensidad de la presión externa imperial ha sido relativamente baja, comparada, por ejemplo, con la destrucción sistemática de la Unidad Popular chilena por Nixon, o la Revolución Sandinista nicaraguense, por Reagan, para no mencionar la agresión a la Revolución cubana. Las afirmaciones contrarias de Maduro y su aparato de propaganda son simples mentiras.

 

 

 

5) ¿Qué rol juegan los militares al sustentar la Presidencia de Maduro?

 

 

 

Como decía, junto con los dólares y las mentiras, son el tercer sostén del régimen. Sin los generales faccionistas Padrino López y Néstor Reverol, que encabezan la «pandilla de malandrines» que usurpan el Palacio de Miraflores, en palabras del general chavista Cliver Alcalá, ya no estaría en la presidencia.

 

 

 

6) ¿Hay una fractura interna en el chavismo?

 

 

 

 

Sí, una fractura total, como se evidencia en el hecho, de que muchos de los colaboradores militares de alto rango de Hugo Chávez, como los generales Rodríguez Torres y Raúl Baduel, el héroe que derrotó al golpe militar, están en la cárcel, mientras que muchos civiles chavistas de jerarquía están organizados en movimientos anti-maduristas. Por supuesto, hay una tercera fracción de oportunistas deleznables que pasaron sin problema moral alguno del proyecto humanista de democracia participativa del Comandante Hugo Chávez, a la miserable dictadura pequeño-burguesa de Maduro. Allá están Tarek William Saab, Alí Rodríguez y muchos otros.

 

 

 

7) ¿Qué podría ocurrir en Venezuela a partir del 21 de mayo?

 

 

 

En primer lugar, es irrelevante quién gane las elecciones, porque ninguno de los candidatos puede resolver los grandes problemas nacionales. En este sentido, no son elecciones, sino una pantomima de simulación de soluciones nacionales. En segundo lugar, si Maduro pierde, simplemente desconocerá en los hechos al nuevo gobierno, tal como desconoció a los ganadores de las elecciones parlamentarias de diciembre, 2015.

 

 

 

En tercer lugar, arreciará la presión internacional, habrá nuevas sanciones de Washington y Bruselas y, quizás del Grupo de Lima; es posible que haya un par de días de protestas, que serán fácilmente controladas por la policía; Maduro avanzará la preparación de la estructura política de dominación tipo Mussolini, mediante el «Estado Comunal» y una nueva Constitución, hecho a la medida; el éxodo de la emigración venezolana se intensificará; la economía colapsará vía la hiperinflación, el default externo y la creciente confiscación de la infraestructura petrolera, como ahora en la colonia holandesa de Curazao; Washington pasará a la fase del regime change y el inicio de la agresión paramilitar –similar a la agresión de Reagan contra el Frente Sandinista y la destrucción de la Unidad Popular de Allende en Chile–, regime change como en Siria y Ucrania, en pocas palabras. Un conflicto intra-militar abierto es muy probable al igual que una mayor intervención estadounidense vía el Comando Sur y la Cuarta Flota de Washington.

 

 

 

8. Votar como acto de masturbación

 

 

 

Votar en estas circunstancias es un acto fútil, una operación de autismo, sin relevancia transformadora real. Un acto apologético para el régimen, tan tragicómicamente grotesco como el cierre de campaña de Maduro, diseñado sobre los mecanismos de manipulación barata y de mercadotécnia de los charlatanes tele-evangelistas. Con un gritón ridículo que procuraba calentar a las masas, seguido por un payaso patriotero llamado Héctor Rodríguez, con intermezzo de un obsceno panzón futbolista argentino y, finalmente, la apoteosis con el panzón Presidente Obrero y la Primera Combatiente. En fin, un teatro surrealista que refleja a la perfección la naturaleza apócrifa del régimen burgués en cuyas garras ha caído el noble pueblo de Venezuela.

 

 

 

 

Heinz Dieterich

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