Venezuela, escribe en tiempo presente una historia muy particular y hasta ejemplar, una sociedad sin instituciones políticas y sin democracia, que se moviliza y exige se respete su voluntad soberana investida del «poder constituyente originario», que le asiste para buscar una nueva forma de gobierno democrático, que respete su libre determinación.
Alude públicamente la facultad y mandato vigente que le asiste en el marco del preámbulo constitucional y en sus Arts. 1, 5, 15, 130, 333, 350 y 328
La debilidad de los partidos políticos y de otras instituciones ha estimulado y lanzado a miles de ciudadanos a expresarse abiertamente en las calles en contra de un gobierno que ha alterado constitucionalmente el régimen democrático , que no incluyó en su agenda lo social ni el estado de derecho, que sufre de una grave y convergente crisis de ingobernabilidad, que manipula a su antojo los poderes públicos constituidos, que arremete y ofende a los ciudadanos y por si fuera poco, vuelve las armas de la república en su contra, en brutales actuaciones que podrían calificarse como «represión terrorista».
Esta incontrastable verdad, no es aún claramente identificada por la comunidad internacional (USA, UE, ONU) y muy particularmente la Organización de Estados Americanos (OEA) que, lejos de defender la democracia como sistema de gobierno en función del ciudadano, pareciera que enfatiza la defensa de gobiernos electos por la vía democrática sin hurgar más allá sobre lo que realmente ocurre y bajo qué valores democráticos se construye ese gobierno, como es el caso de nuestro país.
La abrupta salida de los Generales y Almirantes y otros miembros de esa institución que desde el 22 de octubre ocupan la Plaza de Altamira, quizás sin imaginárselo, aceleraron el lento proceso de organización de la oposición. El temor a expresión militar, más que la creciente violación del marco constitucional, dieron el ultimátum a los actores políticos agrupados en varios segmentos de nuestra sociedad, para sentarse a pensar y a actuar en una verdadera oposición política de manera organizada. En ese escenario nos encontramos; el país «punta abajo», sumido en un paro petrolero, comercial e industrial, con una sociedad movilizada en resistencia cívica orgánica, decidida a actuar, que además, ha sobrepasado losliderazgos políticos actuales con un gobierno aferrado tercamente a imponer un modelo ya probado empobrecedor y destructivo, se apoya a un efímero, volátil, desvencijado y muy comprometido poder militar, que se nutre de los rebeldes militares favorecidos de 1992. (Corrupción en todas sus expresiones).
Ya hemos comprobado que no le importa la total destrucción de nuestra industria petrolera y de las fuerzas armadas, como consecuencia directa, la ida a pique del país y con ello, todo lo que hasta ahora se ha construido. Un precio muy elevado para ser aceptado por una nación pujante y valiente en búsqueda de un mejor destino, que arrastra en esta crisis tanto a países desarrollados como a los que no lo son, repito, a un elevado costo que afecta a miles y miles de ciudadanos del orbe, y todo por el capricho de un grupúsculo de hombres que utilizan el recurso energético como arma estratégicamente terrorista.
La dirección política de la oposición luce atrapada entre los factores que buscan el poder, reacciona al contragolpe, esboza una débil estrategia, que se crece ante las continuas torpezas y desvaríos políticos del gobierno; ésta evidente ventaja táctica, no ha sido explotada, por ello, se hace necesario la reelaboración de la matriz estratégica y la evaluación de los objetivos estratégicos y las opciones que de allí se deriven, el objetivo político es, y debe ser, la victoria política. El tiempo pasa haciendo más pesado lo que acontece en nuestra Nación.
Tanto en lo político como en lo militar, se hace imperativala habilidad, el pensamiento estratégico, la experticia y lacapacidad de análisis en el manejo oportuno (timing) ycorrecto de las variables en juego (factores de fuerza ydebilidad) que, colocando objetivos factibles con la realidadpolítica y estableciendo prioridades, nos conduzcan a unaviable victoria. Si no se traza una estrategia donde todadecisión táctica y cada movida nos conduzcan al logro delobjetivo, este será inalcanzable y el esfuerzo habrá sidoenorme.
Hemos escuchado a muchos decir, con irresponsableligereza, que «el juego está trancado», esa expresión, nosdefine una condición de incapacidad ante las realidadesque se evidencian en el escenario político nacional. Los quese expresan de esa manera no han logrado internalizar lagrave situación y el peligro en lo político, social económico ymilitar en que se encuentra nuestro país y por ende losvenezolanos, resulta ligero y hasta cómodo esperar que entesexógenos den la solución de nuestro más delicado problema,históricamente hablando, su solución debe ser generada pornosotros los venezolanos.
Se confrontan dos visiones políticas: una, la de un gobiernofidelo-marxista, de corte militarista (terrorista) ya declaradodictatorial, que traslada lo político a una «guerra sin cuartel»cuyo objetivo es a todo costo, el exterminio del otro a fin deimponer un modelo de gobierno y políticas, aderezadoademás, por grupos de poder extranjero (Cuba-Irak-Irán-Bielorrusia, China) que son a su vez, parte de otra «granestrategia» anti occidente, donde Venezuela juega un papelimportantísimo (bisagra energética) en el tablero mundial,por ser el mayor productor petrolero y por su estratégicaposición geográfica (cabeza de playa en occidente). Muchos nointerpretan lo que ocurre en el tablero estratégico mundial, lacada vez más inminente acción bélica contra SadamHussein que podría eventualmente poner al borde de unaruptura con el mundo Árabe, que a su vez coloca en situaciónno muy equilibrada, con fuerte impacto fundamentalista yreligioso, con posibles escenarios de confrontación ideológicay religiosa cuyo punto focal está en Arabia Saudita, Egipto,Israel, Irán, Siria y otros en el Oriente Medio.
Ya es conocida internacionalmente la relación de nuestrogobierno, cada vez más inmerso en su cercanía a los centrosy santuarios de células terroristas, con organizaciones quehan sembrado muerte con sus actos terrorista en otrospaíses, tal cómo: IRA, ETA, FARC, ELN, Hezbollah, Tupamarosetc. Ello, lo coloca en el umbral del ser calificado como»gobierno terrorista»
Por la otra parte, la oposición política que se define comodemocrática y civilista, exhibe una estrategia acartonada yanacrónica montada en el liderazgo fuerte y natural deCarlos Ortega, pero que adolece de un verdadero equipo (sincartas marcadas e intereses divergentes) con vuelo e incisivopensamiento político moderno, que arme y conduzca unaestrategia coherente, en tiempo real, capaz de colocarlosdefinitivamente en posiciones que se adelanten y desbaratenel también arcaico, pero todavía exitoso, plan del dictador ysu equipo de guerrilleros, que dirigen y alimentan desde LaHabana.
El gobierno se apoya casi totalmente en las FuerzasArmadas, el cuerpo de Generales y Almirantes (singeneralizar) demuestra lo pobre que son sus principios yvalores institucionales, que se debate entre seguir a ungobierno traidor y comprometido con el errorismo internacional o responder al llamado de la patria y supoblación a la cual reprime e irrespeta: la oposición por suparte, sigue los mismos esquemas atávicos de «cerocontaminación militar», deja de considerar ese recursoinstitucional determinante ante la entrega o posesión porentidades extranjeras, que es, quiérase o no, de sustantivautilidad para interpretar, identificar o neutralizar a la, por ahora, efectiva estrategia oficialista con penetración cubana.
No se pretende en lo absoluto reducir o subsumir la acciónpolítica de la oposición a lo militar, nada de ello, pero si esnecesario analizar el ¿Por qué? desde 1992 el chavismo hasalido exitoso en todos los escenarios de disputa política. Lomilitar, querámoslo o no, ya ocupa un espacio en la agendanacional, por cierto, en la que nunca debió involucrársele; hoypor hoy, debe abordarse con valentía, sin complejos; con laóptica política y nunca visceral. Negar esa realidadesgrimiendo razones o temores del pasado, es una claracaracterística de la precaria relación civil-militar con la cual se maneja esa institución en el país.
Para interpretar mejor esta observación, nos basta conobservar cómo los «otrora anti-militares» del oficialismo secodean, sobreviven políticamente y llevan adelante unavasallante esquema totalitario; los escrúpulos y egoísmos delpasado los han puesto a un lado, utilizan la inteligencia, laguerra sicológica, la táctica militar, la logística, lainformación y la desinformación y, por si fuera poco, hasta ellenguaje, para golpear sin fuerza a un pueblo valiente y ecidido, mimetizando su verdadera estrategia que secontrapone a la tradición y cultura democrática delvenezolano y que de pronto encontró invadida su libertad yotros derechos ciudadanos.
Son los mismos comunistas-marxistas de los años 1960 a1970, en su intento por romper la simetría política deoccidente, que cabalgando sobre el proyecto fIdelista,buscaron imponerse con la estrategia de la lucha armada(guerra de guerrillas) en Bolivia, Venezuela y años más tardeen la Chile Allendista. ¡Fracasaron!.
Ahora, vuelven a fracasar en Venezuela en otro intento,exhiben como estrategia y bandera social: «La lucha de Clases». Pero, la corrupción, aunado a una genéticaincapacidad política y gerencial para conducir al Estado, loshunde en el tremedal por sus complejos y desvaríos.Urge una revisión de la estrategia (si es que existe) de laoposición y sus líneas de acción y decisión táctica que pasapor «conocer muy bien al oponente» e identificar su conceptoestratégico político, sus fortalezas y debilidades, así como también, nuestras vulnerabilidades y oportunidades, dejando de lado las querencias personalistas de todos, que yaflorecieron el 11 de abril de 2002 y que nadie podríaasegurar que no reverdecerán en cualquier nuevo desenlace.
No podemos borrar y menos olvidar, que los errores políticos, objetivos aberrantes desde los años 60, las ambiciones de laselites para asumir el poder y utilizar a militares para elquiebre institucional, pesa sobre los hombros de todosaquellos que la propiciaron, facilitaron y de quienes lafavorecen todavía. El proceso y avance de la destruccióninstitucional comenzada en feb del 92, cobra hoy su cuotamaquiavélica y destructiva de la República de Venezuela,incluyo aquí a todos los ciudadanos y nuestra descendencia.Las grandes batallas en la arena política, la ganan aquellosque se desprenden de anticuados criterios de lucha política yque actúan con decisión, coraje e inteligencia: la política esuna ciencia y por lo tanto, no acepta improvisaciones y ligerasconsideraciones; la modernidad, la madurez y el conocimiento de la acción en política no se aprende en los programas deopinión, ni en las aulas de una universidad, por el contrario,se madura y perfecciona el conocimiento hasta convertirse enun estratega político, ello, marca la diferencia entre lavictoria y la derrota.
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