Un maratón

Un maratón

Sería mucho más fácil mirar para otro lado. Hacer que nada te importa y vivir tu vida. Total… Tú no tomas las decisiones y en esta historia de cómo sobrevivir en tiempos de crisis ya nos hemos convertido en «todo terreno», verdaderos 4 x 4 de una cotidianidad en la que escasea hasta el papel toillet, pero sobre todo los valores que parece que no se limpian por la carencia del primero…

 

Es mucho más cómodo, menos costoso y sobre todo menos riesgoso hacer lo que decían nuestros padres al referirse a los tiempos de Pérez Jiménez: si no te metías en política, vivías bien… Sin embargo, hay una gran diferencia: hoy en día así no te vayas para lo profundo el tsunami igual te arrastrará, bien sea por la inseguridad que no respeta ni a los allegados del régimen, por la caída de la calidad de vida por la insólita pésima gestión que nos ha hecho infinitamente más pobres mientras el país ha sido infinitamente más rico, por la lesión a nuestro gentilicio supeditados a las órdenes que llegan de otro país, por la regaladera y la «chequera loca» comprando voluntades y votos en los organismos internacionales, por las injusticias como la que se comete con quienes forman a nuestros hijos ubicados en la última escala salarial, como el observar que cada día se apagan más luces y se cierran más ventanas con la censura, autocensura y esta nueva modalidad de lograr la hegemonía comunicacional como es el cambio de mano en la propiedad de los medios, como el asumir como cosa de poca monta y «totalmente normal» que no exista independencia de poderes y que el ciudadano tenga en su mano las instituciones para defenderlo.

 

Sí, seguramente es mucho más fácil voltear para otro lado y hacer como si nada pasara, pero como dice Serrat «nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio» y el asunto es que cuesta mucho ir contra nuestra propia naturaleza. El que siempre ha mantenido una actitud crítica y en defensa de los valores y principios cuesta que ahora cambie a una actitud acomodaticia. Sí, el factor cansancio hace estragos y muchos se sienten tentados a tirar la toalla.

 

Cuando corres un maratón puede pasar que en el kilómetro 32 más o menos te enfrentas contra el temido «muro o pared». Es esa sensación de que ya no puedes más, en la que te preguntas ¿qué hago yo aquí? ¿Quién me mandó a hacer esto? Aún te quedan 10 kilómetros y las fuerzas te abandonan. Sin embargo, en ese punto, sacas fuerzas no sabes de dónde y al final cruzas la meta cuando hace exactamente unos minutos lo dabas todo por perdido. En esa estamos. Nos estamos estrellando contra el muro y muchos piensan que no hay más allá sin darnos cuenta que allá a lo lejos nos espera la meta.

 

mariaisabelparraga@gmail.com

Por María Isabel Párraga

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